Leopardos en Ucrania
Francisco de la Torre Díaz
Un tanque, o carro de combate, es un arma sofisticada, cara y, sobre todo ofensiva. Por esa razón, el envío de tanques a Ucrania ha levantado muchísima polvareda. Obviamente, no es lo mismo que enviar cascos y raciones de comida. Sin embargo, un sistema de artillería que lanza misiles dirigidos, como los famosos Himars, también es un arma sofisticada, cara y ofensiva. En toda la polémica sobre la entrega de tanques a Ucrania hay cuestiones simbólicas, pero también militares y políticas.
No existe un símbolo más claro de la guerra moderna que el tanque. Por ejemplo, cada vez que se quiere hablar de recortar el presupuesto de defensa, se habla de elegir entre tanques o mantequilla. Las cuestiones militares son un tanto paradójicas. Durante estos meses de guerra, el mayor éxito de Ucrania ha sido, precisamente, la destrucción de vehículos blindados en general, y de tanques en particular. Por otra parte, las dificultades logísticas y los problemas de mantenimiento han llevado a que los rusos abandonen muchos blindados.
Desde un punto de vista económico, y de bajas humanas, resulta mucho más barato y efectivo uno o varios drones "kamikaze", que destruyen tanques, y también bloquean las columnas, que el invertir en este arma ofensiva, el tanque. Es cierto que los Leopard II alemanes, los Challenger británicos y los Abrams estadounidenses tienen más blindaje que sus equivalentes rusos (incluyendo aquí también los tanques de fabricación soviética que usan los ucranianos). Pero, existe el riesgo de que la predicción del portavoz del Kremlin, Dimitry Peskov, de que los tanques occidentales acaben ardiendo, se cumpla. Habrá bajas y se perderá material.
Pero, la Ucrania de hoy no es la Ucrania de hace 10 meses en casi ningún aspecto. Uno de los más relevantes, es que hay frentes defensivos con minas, muchas de ellas anti-persona, y trincheras. La única forma de romper un frente es un ataque con unidades blindadas, tanques, normalmente apoyados por la aviación. Incluso sin apoyo aéreo, si se dispone de tanques con poder de fuego y suficiente protección, se pude romper un frente. El requisito mínimo, por supuesto, es que no haya una concentración de fuego artillero, drones y aviación enemiga que acabe con las columnas blindadas. Rusia no ha tenido apenas superioridad aérea en esta guerra, con lo que teme la llegada de los tanques occidentales.
Este temor se debe a que la posición estratégica de Rusia no es buena. El suministro a la península de Crimea y a las tropas que están en el Dnieper depende un corredor terrestre que impide la salida al mar de Azov de Ucrania y que es vital para Rusia. Incluso, el suministro de agua y electricidad a la península de Crimea depende del río Dnieper. Si los ucranianos consiguiesen romper el frente y llegar hasta Mariúpol o Melitópol, la situación rusa en la guerra sería complicadísima, sobre todo porque Crimea estaría seriamente amenazada.
Esto no va a ocurrir mañana, entre otras cuestiones porque el suministro de tanques, la logística y preparar las tripulaciones va a llevar tiempo. Pero, lo que está meridianamente claro, es que, sin tanques, sin aviones y sin soldados de la OTAN sobre el terreno, esto no iba a pasar. La decisión de enviar tanques, fundamentalmente los Leopard II, está basada en impedir que Ucrania acabase perdiendo la guerra. Bien, porque fuesen los rusos los que avanzasen, y/o creasen un nuevo frente desde Bielorrusia. Pero también, porque la guerra se cronificase, dado que la capacidad de resistencia de Ucrania es menor que la de Rusia.
La gran pregunta sobre esta decisión occidental (fundamentalmente alemana y norteamericana) es si supone una escalada. Seamos realistas, enviar tanques es una escalada, ahora bien, es la menor de las posibles, compatible con que Ucrania tenga opciones de ganar la guerra. Obviamente, esto a Rusia no le ha gustado nada, pero su capacidad de reacción es limitada. Por una parte, no tiene recursos ni humanos, ni militares ni materiales para enfrentarse a la OTAN en una guerra convencional. Algunos analistas, como Pablo Iglesias en la cadena SER han expresado su temor de que Rusia utilice, para compensar, armas nucleares tácticas. Podemos no ha sido tan claro como su antiguo líder, pero sí ha señalado que puede haber respuestas inimaginables por parte de Rusia.
No parece nada probable que Rusia se atreva a utilizar armas nucleares tácticas. Aquí si hay una amenaza creíble y brutal de escalada por parte de Estados Unidos, si se utilizan armamento no convencional. Como señalaba el exdirector de la CIA, y general de cuatro estrellas, David Petraeus, Estados Unidos y sus aliados atacarían a todas las fuerzas militares rusas en la zona, por todos los medios convencionales a su alcance. El comandante ruso que utilice este tipo de armamento sabe que, con gran probabilidad, ni él ni casi ninguno de sus hombres, lo contaría. Por esa misma razón, Rusia no se atrevió a utilizar armas químicas para tomar la acería de Azovstal en Mariúpol, porque los rusos sabían que utilizar medios no convencionales tendría respuesta, y no les resultaban imprescindibles.
Una salida política y diplomática a la guerra suena mucho más atractiva, y barata en términos económicos y de vidas humanas, que enviar tanques. Sin embargo, Rusia, que es el país invasor, decía querer negociar, pero con su actuación lo está haciendo inviable. Por una parte, si alguien quiere negociar no se dedica a enviar miles de misiles y cohetes contra la población civil y las infraestructuras de Ucrania. Esto, además, ser un crimen de guerra, no permite alcanzar ningún objetivo militar, y complica cualquier salida diplomática. Por otra parte, incorporar a Rusia los "oblasts" ucranianos hace casi imposible una salida digna. No es lo mismo que estos territorios fuesen "independientes". Por supuesto, incorporar territorios como Jerson, en los que ondea la bandera ucraniana, es confundir negociación con imponer una rendición.
Por todas estas razones, tristemente, la previsión era que íbamos a tener una guerra durante bastante tiempo, se enviasen o no los Leopardos a Ucrania. La diferencia está en el mensaje político y militar que Occidente ha enviado al Kremlin, la confirmación de que se está con Ucrania. No era una decisión fácil ni cómoda, pero creo que ha sido la correcta, cambien o no, los Leopard II, el curso de una guerra. Simplemente, no se puede dejar que la democracia ucraniana pierda porque no se le apoya. Sería un fracaso y nunca se debe optar voluntariamente por el fracaso.