Previsiones meteorológicas y ciencia
- Muchas de las campañas del ecologismo solo buscan captar subvenciones
Joaquín Leguina
El pasado domingo leí una interesante entrevista a una meteoróloga canaria. Entre otras preguntas, contestó a la siguiente: "¿Sirve de algo el pronóstico del tiempo a una semana vista?". "Eso es una burrada. Ni siquiera los de tres días en el móvil si son aplicaciones automáticas", contestó.
Pues bien, el titular que el periódico le puso a dicha entrevista era el siguiente: "Agosto será abrasador". Y yo me dije: "Si no se puede uno fiar de las previsiones más allá de tres días, ¿cómo puede saberse lo que va a ocurrir el mes que viene?"
Este verano el periodismo español no ha parado de restregarnos el calor a todas horas, aplicando como amplificador los incendios forestales, en verdad dolorosos y lamentables. Desgracias que, según el Gobierno, tienen una sola causa: el cambio climático.
Yo no sé cuál será el calor que tendremos que soportar en agosto, pero sí sé que la prensa española (escrita, hablada y televisada) vive y disfruta amenazando con todos los males a causa del calor. Y no es solo ni principalmente el presidente del Gobierno quien se ha inventado el cuento del cambio climático. Que quede claro: yo sí creo que existe el calentamiento global y creo en la necesidad de políticas de reducción de gases de efecto invernadero. Políticas que deberían empezar -añado- por China y por la India, y no solo por los países de la UE.
Soy buen lector y seguidor del catedrático J. M. Mulet, de la Universidad de Valencia, quien, entre otras muchas cosas, afirma lo siguiente: "Si hubiéramos hecho caso a los ecologistas, hoy no tendríamos vacuna contra la Covid". Piensa Mulet que las organizaciones ecologistas son multinacionales con unos costes organizativos muy grandes, lo que hace que mantener sus estructuras sea carísimo. Por lo tanto, el principal objetivo de muchas de sus campañas no es el medio ambiente sino el impacto en medios de comunicación o la captación de subvenciones. De hecho, hay muchos ejemplos en los que sus propuestas o informes son auténticas aberraciones desde el punto de vista científico.
El ecologismo (como el nuevo feminismo) se ha incrustado no hace mucho en la izquierda política sin ninguna justificación histórica. El ecologismo político siempre ha tenido escaso éxito y ha tratado de buscarse un hueco o acomodo, sobre todo en los partidos de izquierda, a los cuales ha invadido "sin medida ni clemencia". Y añade Mulet: "Muchas veces las organizaciones ecologistas actúan como la Iglesia, culpando de todos los males a los pobres ciudadanos por sus pecados. Creo que esto, además de injusto, no es cierto. La culpa de los desastres ambientales pocas veces es culpa del ciudadano de a pie, aunque es cierto que sus decisiones y su consumo pueden paliar los daños".
Se detectan demasiados fallos en las políticas medioambientales. Por ejemplo, en esa auténtica manía contra los transgénicos, que les hizo oponerse (a los ecologistas) a todas las aplicaciones de la ingeniería genética.
Otro ejemplo: la presión contra el glifosato, lo cual ha llevado a que en muchas ciudades aumenten las plagas, y con ellas los costes de mantenimiento de parques y jardines.
¿No sería bueno que abandonáramos las ideologías y nos refugiáramos exclusivamente en la Ciencia? Incluida la Biología, de la cual reniegan las nuevas feministas.