Opinión
Castigo al coche tradicional
elEconomista.es
El Gobierno evalúa un amplio plan para tratar de hacer frente a la contaminación en las grandes ciudades, que impulsará el uso del vehículo compartido y de la nueva movilidad. Pero en el que el coche eléctrico es el gran protagonista.
Así, el Ejecutivo pretende impulsar la instalación de puntos de recarga en gasolineras y empresas, lo que ayudará a resolver la gran carencia en infraestructuras que presenta esta tecnología. También es positivo que se legisle para potenciar un tipo de movilidad más respetuosa con el medio ambiente en la línea de lo que la UE pretende. En cambio, sí que resulta criticable que el paquete de medidas que se prepara incluya una profunda reforma fiscal en dos de sus principales impuestos: Matriculaciones y tasa sobre Vehículos de Tracción Mecánica. Es cierto que la reforma de estos tributos ha sido una de las tradicionales quejas de las empresas. Ahora bien, lo que reivindicaban era su armonización y la supresión de Matriculaciones, ya que la adquisición de automóviles ya está gravada por el IVA. Resulta evidente que la intención del Gobierno se aleja de estas peticiones, ya que, lejos de aligerar la fiscalidad, todo apunta a que incrementará la carga impositiva para los coches con motores de combustión. Además, estos vehículos corren el riesgo de verse aún más penalizados si se recupera la idea de los Presupuestos de elevar el tributo al diésel. Por todo ello, el plan presenta dudas y podría perjudicar a los fabricantes, a los que debe darse tiempo para adaptarse a los motores eléctricos y poder elevar su producción. Está claro que el futuro de la movilidad es de las tecnologías menos contaminantes. Pero ese paso debe hacerse sin castigar a las motorizaciones actuales, que siguen siendo las más demandadas.