Opinión

Consecuencias de las urnas: una subida de impuestos


    Miguel Ángel Bernal Alonso

    Durante este larguísimo puente de mayo en Madrid he visto como aparecían en la prensa artículos y columnas sobre el programa económico del PSOE, que pretende incrementar la presión fiscal aumentando los impuestos en estos próximos cuatro años.

    Esa información, la del incremento de los impuestos por parte del partido de Pedro Sánchez, es absolutamente cierta, no hay más que releer sus intenciones fiscales recogidas en la publicación que lleva por título Un plan fiscal para España: alternativas presupuestarias 2018. En esta publicación se recoge un aumento de los impuestos, un incremento que va destinado a recaudar más de 6.000 millones en un solo año. Remarco y destaco, por si no se han advertido de ello, la expresión aumento de los impuestos; ya que no se trata de un incremento de la recaudación por evolución positiva de la actividad, sino que es, simplemente, un incremento de impuestos. Este aumento estaría ya vigente si los presupuestos de Sánchez no hubieran sido devueltos y, por tanto, prorrogados los anteriores del Go-bierno de Rajoy.

    Cada vez que releo el citado programa me vienen a la cabeza las palabras del peor presidente de la democracia española, Rodríguez Zapatero, cuando en una entrevista afirmó con la mayor caradura que recuerdo que "bajar impuestos es de izquierdas". Debe ser que o el PSOE ya no es un partido de izquierda o, más bien que, como decía, Zapatero es el mayor caradura que ha pasado por Moncloa en democracia. Subir impuestos es el ADN de la política económica de los partidos de izquierdas, que arreglan todo aumentando los tributos y llevan en su genoma la palabra repartir o redistribuir, en lugar de llevar la palabra creación o incremento. La política de estos partidos es, ha sido y será la de repartir lo que hay. Por lo menos, yo nunca he oído hablar de crecimiento, sino que siempre hablan de redistribuir.

    La intención del PSOE es clarísima y no solo viene recogida en la citada publicación. El Gobierno de Pedro Sánchez ha enviado a la Comisión Europea sus planes presupuestarios. Para el próximo año prevén que la subida de impuestos sea de 5.654 millones de euros. Además, durante los próximos tres años y medio, hasta finalizar 2022, quieren aumentar la imposición fiscal del 38,9 por ciento actual hasta el 40,7 por ciento.

    Pasar de ese 38,9 por ciento no se consigue por que la actividad aumente, dado que esto supondría incrementar la cifra de euros recaudados. Su idea es aumentar el peso del Estado en 1,8 puntos adicionales. Los datos están referenciados al PIB, no son datos de números sin referencia solo en términos absolutos.

    Los números delatan y exponen la verdad, bajar impuestos no es de izquierdas. Claro que con el recuerdo de otro inefable ministro, el señor Montoro, alguien me podría decir que bajar impuestos tampoco es de derechas, o mejor dicho de centro derecha, que ahora mismo nos corregiría Pablo Casado.

    Se argumenta que España está por debajo de la media de presión fiscal de nuestros socios. Un ejemplo que recurrentemente se nos pone encima de la mesa es el de Francia, el país con la mayor recaudación fiscal de la Unión Europea. En nuestro vecino del norte, la cifra de presión fiscal es del 53,8 por ciento. Francia es un magnífico ejemplo de que los im-puestos no dan la felicidad, como algunos nos quieren hacer comulgar. Si una fuerte recaudación fuera igual a la felicidad y la satisfacción de los ciudadanos, entonces ¿cómo es posible la explosión de los chalecos amarillos? Buena parte del descontento del país galo lo causa precisamente la excesiva carga impositiva a la que tienen que hacer frente los franceses. Precisamente, Macron, para rebajar la tensión, ha prometido bajar la imposición en Francia. Por más que los partidos de izquierda digan, al final los que pagan los impuestos son los que componene la mayor parte de la clase media y baja de los países, el resto es mera palabrería.

    Y ya que hablamos de quién paga los im-puestos, hay una pregunta que parece obligada, ¿quién se hará cargo de esos 6.000 millones de incremento de pago durante los próximos años? El futuro Ejecutivo, salvo pacto con algún partido que ahora desmiente y niega una y otra vez, dice que serán las industrias tecnológicas, los bancos, las rentas altas, las grandes empresas y los que tengan automóviles de diésel.

    Lo más gracioso de este aumento de 6.000 millones, que seguro afecta a la clase media española -¿o acaso no es este segmento de la población quien atesora los automóviles diesel?-, es que es una cifra irrisoria para las necesidades reales de la estructura de este país. En el documento enviado a Bruselas por el Ejecutivo en funciones se habla no solamente de impuestos, sino también de la Seguridad Social. En esa mención, la cifra que da para el déficit de la Seguridad Social en el presente año es de 19.000 millones de euros, y para 2020 de 11.000 mi-llones de euros.

    La economía española del sector público en su conjunto sigue siendo un despropósito. Habría que recordarle al señor Sánchez y a su equipo, ahora que comienza a registrarse déficit comercial, que históricamente siempre que en este país han aparecido ambos déficit, el público y el comercial, España ha registrado recesiones y crisis. Aquí las recesiones son especialmente virulentas. Menos subida de impuestos y más ajuste del gasto, mediante unos presupuestos que sean soportables por nuestra economía.