Opinión

Reino Unido al final se marchará

  • La pregunta es cuándo se iniciarán las negociaciones para una readhesión
<i>Foto: Archivo</i>

Agustín Ulied

Algo parece que se va imponiendo en todo este fenomenal caos británico. Se irán. No sabemos cuándo, pero se irán. No creo que sea una buena noticia, ni para el pueblo británico ni para la Unión Europea, pero tal como se está desarrollando este proceso, la mayoría podemos coincidir en que es imprescindible que el Reino Unido pase un tiempo como país tercero, dando posibilidades a los británicos para reflexionar y convencerse de que en la Unión Europea se está más arropado y hace menos frío. Así que la pregunta ahora será ¿cuándo se iniciarán las negociaciones para la futura adhesión?

La crisis del Brexit se inscribe en el marco de una ya larga crisis de la democracia británica y de su modelo social. En este escenario, el Parlamento británico recurrió voluntariamente en 2016 a un referéndum que ha demostrado ser un error histórico. Esta huida hacia adelante ya era reveladora del estado de quiebra de la política de los partidos británicos y de un Parlamento que anda necesitado de una reforma. El debilitamiento del sistema democrático británico empieza con la llegada al poder de la Sra. Margaret Thatcher. Su liderazgo autoritario y radicalmente liberal fue responsable del colapso industrial que se desencadenó en el Reino Unido tras su ingreso en las Comunidades europeas.

Menos de 5 millones de personas vivían en la pobreza en vísperas del desembarco de Thatcher (menos de 1 de cada 10 británicos). Hoy la pobreza afecta a 13,5 millones de personas (más de 1 de cada 5). Solo 4 países de la UE viven con tasas más altas de pobreza.

La combinación de la primera victoria electoral de Thatcher en 1979 con la caída del muro de Berlín en 1989 hizo que muriera algo del optimismo y la confianza en sí misma de la izquierda laborista, dejando las decisiones económicas en manos del partido conservador, que tampoco contaba con la oposición de los sindicatos que habían sido vapuleados por el thatcherismo.

Lo compleja situación se agravaba con el terrible conflicto armado con Irlanda del Norte. Desde 1968 a 1988 murieron más de 3.500 personas, más de la mitad civiles. Otro punto negro en la democracia británica.

Al llegar al poder, con el viento a favor, Cameron agravó el conflicto social y abandonó la idea de poner en marcha las reformas sociales que gran parte de la sociedad británica reclamaba.

El Brexit ha creado el caos total. Los tories convocaron el referéndum de la UE por razones partidistas. Y luego forzaron las elecciones para desintegrar al Partido Laborista. El tiro les ha salido por la culata. El Brexit ha sacado, en cualquier caso, a flote las miserias que se han ido acumulando durante estos años de austeridad. Hoy la desesperación, la frustración y el aburrimiento se ciernen sobre comunidades enteras de británicos.

La austeridad está dinamitando la sanidad pública y lo mismo está ocurriendo con la educación. La frustración y el enfado de millones de personas de clase trabajadora se canalizaron en una ofensiva contra los inmigrantes. Y como hemos oído repetidamente, la culpa de esa inmigración es de la Unión Europea. Así va renaciendo el deseo de abandonarla. La niebla reapareció en el Canal.

Hay un nivel muy alto de indignación entre la gente que primero se volcó contra la UE y en estas últimas elecciones se ha manifestado contra los tories y su afán nacionalizador durante las últimas tres décadas. Digamos que ellos tensaron la cuerda con su propuesta del Brexit "extremo" y su visión del Reino Unido como un paraíso fiscal a las puertas de Europa.

Puede ser necesaria una reforma electoral de los Comunes para evitar que los dos partidos de derechas e izquierdas estén condenados a quedarse como coaliciones disfuncionales entre políticos que se detestan con puntos de vista totalmente incompatibles con Europa.

Andrew Duff, el que fue diputado europeo por el partido demócrata liberal británico de 1999 a 2014, manifestaba recientemente que podría ser necesaria la convocatoria de elecciones, pero advertía que ningún partido tradicional sabría qué poner en su programa. Ni May ni Corbyn tienen la confianza de sus propios partidos y todavía menos la de los rivales. Existe, además, el peligro de una altísima abstención y no está asegurado el orden público en las calles.

El nuevo calendario de salida aprobado este miércoles obligará a los diputados británicos a suspender sus vacaciones de verano. ¿Serán capaces de ello?