Opinión

Las debilidades de la industria europea

  • Francia y Alemania han suscrito un manifiesto que esgrime una idea sencilla
  • Europa necesita una política industrial que garantice la competitividad

Simone Tagliapietra

Francia y Alemania han presentado recientemente un manifiesto en favor de una política industrial europea adaptada al siglo XXI, que ha suscitado un animado debate en todo el continente. El manifiesto se basa en una idea sencilla: en un momento de creciente competencia mundial, Europa debe aunar sus fuerzas para seguir siendo una potencia industrial y manufacturera mundial.

Para ello, el manifiesto pide una nueva política industrial de la UE basada en la financiación de la innovación creativa, así como una revisión de las normas de competencia de la UE, medidas en el ámbito energético y la aplicación de medidas de protección para las tecnologías y empresas europeas.

La idea fundamental que sustenta el manifiesto es buena: Europa necesita una política industrial que garantice que las empresas de la UE sigan siendo altamente competitivas a escala mundial, a pesar de la fuerte rivalidad de China y otros grandes actores. Existe una necesidad real de mejorar la coordinación de las respectivas políticas industriales nacionales de los países de la UE, para evitar distorsiones del mercado y permitir sinergias y economías de escala. Sin embargo, las prioridades franco-alemanas no son adecuadas para la consecución de este objetivo.

El éxito de Darpa se relaciona con el ecosistema económico general de los Estados Unidos, que favorece fuertemente la innovación

En primer lugar, cabe señalar que la atención prestada a la financiación de la innovación creativa se hace eco de una narrativa de política industrial de largo recorrido tanto en Francia como en Alemania, impulsada por la experiencia estadounidense de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa (Darpa, por sus siglas en inglés). Como agencia del Departamento de Defensa de los Estados Unidos responsable del desarrollo de tecnologías emergentes, Darpa ha contribuido significativamente a muchas tecnologías integradas en nuestros ordenadores y teléfonos inteligentes, desde microchips hasta GPS, desde tecnologías de reconocimiento de voz hasta la propia Internet.

La experiencia de Darpa debe manejarse con cuidado; la simple transposición al contexto de la UE podría no funcionar. El éxito de Darpa se relaciona con el ecosistema económico general de los Estados Unidos, que favorece fuertemente la innovación, y con su capacidad para traducir las innovaciones perjudiciales en productos comercializables, también a través de la contratación pública.

Es decir, la financiación pública de la innovación por sí sola no garantiza el desarrollo industrial. El presupuesto limitado de Darpa, alrededor de 3.000 millones de dólares al año, demuestra que crear las condiciones para que los productos innovadores sean comercializables -también mediante la compra pública de bienes y servicios- puede ser más importante que la propia financiación pública. Después de todo, tanto en EEUU como en China, la mayor parte de las inversiones para la innovación proviene del sector privado.

Es vital desarrollar un marco regulador sólido, centrado en garantizar la competencia y el acceso a un mercado verdaderamente único con normas comunes

La fascinación europea por Darpa no es nueva. En 2005, el Gobierno francés estableció una agencia similar a Darpa para invertir en tecnologías disruptivas como la nanotecnología y la biotecnología. A pesar de la dotación inicial de 2.000 millones de euros, la iniciativa no tuvo éxito y desapareció rápidamente. En 2018, el Ejecutivo alemán creó el Agentur zur Förderung von Sprunginnovationen, una agencia destinada a promover innovaciones revolucionarias, de nuevo siguiendo el modelo de Darpa.

Para crear las condiciones que permitan el florecimiento de las empresas europeas innovadoras, una nueva política industrial de la UE debería centrarse en dos elementos. En primer lugar, la realización del mercado único de la UE es primordial. Esto sigue estando fragmentado en el sector de los servicios, lo que impide que las empresas europeas innovadoras se amplíen en la misma medida que sus competidores estadounidenses y chinos lo hacen en sus propios mercados nacionales. Es vital desarrollar un marco regulador sólido, centrado en garantizar la competencia y el acceso a un mercado verdaderamente único con normas comunes. Para ello, es necesario coordinar las políticas industriales nacionales, ya que, de lo contrario, crean distorsiones que conducen a una mayor fragmentación del mercado único de la UE al influir, por ejemplo, en las decisiones de localización de las empresas.

En segundo lugar, Europa debe hacer uso de la contratación pública para promover sus empresas innovadoras. En la UE, la compra pública de bienes y servicios se ha estimado en un 16 por ciento del PIB. Dado su tamaño, esto representa una herramienta única para fomentar la innovación.

Para convertirse en el líder mundial de los coches eléctricos, China no se centró en la financiación pública de la innovación, sino más bien en la creación de demanda

Por ejemplo, la imposición de soluciones de movilidad limpia en las licitaciones de contratación pública podría dar un impulso sólido a la demanda de coches y autobuses eléctricos, impulsando la transformación de la industria automovilística europea. Después de todo, para convertirse en el líder mundial de los coches eléctricos, China no se centró en la financiación pública de la innovación, sino más bien en la creación de demanda de los mismos a través de políticas gubernamentales de apoyo, incluidos los programas de contratación pública.

La realización del mercado único de servicios de la UE y el uso estratégico de la contratación pública para crear un mercado de productos innovadores representan pasos fundamentales hacia la creación del ecosistema adecuado para que las empresas europeas innovadoras crezcan en un mercado receptivo. Este debería ser el núcleo de una nueva política industrial europea adecuada para el siglo XXI.