Opinión

Un beneficio de los gastos de defensa

  • España tuvo un fuerte desarrollo económico al participar en la Guerra Fría
Un caza español. <i>Foto: Dreamstime</i>

Juan Velarde

Una y otra vez se han considerado negativos para el desarrollo económico los gastos de defensa. Habitualmente, se habla también de los avances tecnológicos que se derivan de los conflictos. Pero estos últimos planteamientos pueden ampliarse más y más, y eso es lo que ha sucedido en España.

Sabemos que nuestra economía mostró una expansión radical muy favorable a partir del Plan de Estabilización de 1959 y, hasta ahora mismo, la pregunta inmediata es: ¿cómo se pudo poner en marcha en 1959 un cambio radical de estructura industrial española, al crearse una novedad institucional frente al modelo castizo que mandaba en nuestro país desde 1874, y que precisamente cambió a partir de 1959? Téngase en cuenta que pasaba el modelo anterior a ser sustituido radicalmente por otro, el cual, a través de la economía comunitaria, forzosamente generaba un cambio radical, que resultó muy favorable para nuestro desarrollo económico.

Al explorar esta nueva etapa de la economía de España y al hacerlo a partir de 1957, nos encontramos con un sinfín de argumentos, uno de los cuales es el del creciente impulso globalizador que, en esos años, se proporcionó a nuestra economía. Pero, ¿cómo se puso en acción ese modelo globalizador? Al acentuar una revisión histórica nos encontramos con que, en primerísimo lugar, se debe tener en cuenta la política exterior española como consecuencia del análisis de la participación nacional en medidas militares. España, a partir de la Guerra de la Independencia, había abandonado cualquier confrontación bélica situada en el ámbito europeo, pero en el comienzo de la Guerra Fría fue claro el deseo de participar en el choque que, junto con los Estados Unidos, desarrollaba gran parte de la Europa Occidental frente a la Unión Soviética y sus aliados europeos. Tengamos en cuenta que una guerra interior, la desarrollada por la actividad guerrillera que procedía en España de los Pirineos, en buena parte estaba vinculada a ese conflicto. La puesta en marcha de esa decisión nueva quedó clara con el acuerdo de 1953 con los Estados Unidos. Precisamente ese fue el motor del cambio económico que se hizo visible con la crisis ministerial de 1957 y que se transformó en un nuevo modelo económico con el Plan de Estabilización de 1959, hasta culminar en buena parte con el Acuerdo Preferencial de 1970 con el mundo comunitario, que tendría lógicas consecuencias en 1985.

Todo eso queda recientemente muy claro en el libro de Jesús M. Zaratiegui, El bienio pre-estabilizador (1957-1958) (Eunsa, 2018), sobre todo en su capítulo IV titulado Lucha contra la inflación, cuando señala que en 1956 los precios se dispararon, "llegando a alcanzar el 19% frente al modesto 5% de 1955". Este cambio, acompañado de inflación, ha sido ampliado en su contexto de manera notable por Zaratiegui. Veamos sus aportaciones.

Un destacado economista, José Luis Sampedro, miembro clave entonces del equipo del ministro de Comercio Arburúa, redactó una nota de los argumentos utilizables ante los Estados Unidos para justificar una mayor ayuda: los norteamericanos pedían actuaciones ante la inflación existente en el que era un aliado desde 1953, aliado que precisaba una ayuda económica que eliminase, en primer lugar, ese agobio de fortísima subida de precios, que forzosamente tenía consecuencias económicas, pero asimismo sociales y políticas. Esto último lo tenemos claro a causa de los efectos huelguísticos que provocó entonces la fuerte subida salarial para cortar los conflictos y que llevó a cabo Girón, con lo cual se acentuaba aún más la inflación, con todas las derivaciones críticas que pasó a exponer inmediatamente Manuel de Torres, apoyándose simultáneamente en planteamientos de Contabilidad Nacional sobre el error que con aquella carrera de precios y salarios se cometía.

Los Estados Unidos presionaban señalando que era preciso solucionar esa situación inflacionista, si se quería contar con ayuda americana. Pero en esa realidad nueva, ¿no tenía nada que ver la entrada de España en la Guerra Fría? Esa fue la postura que expuso Carrero Blanco, que acababa de ser designado subsecretario de la Presidencia del Gobierno, quien señaló a los Estados Unidos que uno de los motivos fundamentales de la inflación asumida por España eran los "mayores gastos militares como consecuencia del Pacto con los Estados Unidos", a causa de "las inversiones que se consideraban obligadas a efectuar para mantener la estabilidad o que exigían entre otras medidas, realizar gastos militares (el presupuesto de defensa representaba mas de 1/3 del total, si se agregaban los gastos del Ministerio de Gobernación)". Saratiegui (nota 3 de la pag. 140) destaca que "la mitad del presupuesto estaba relacionado con el gasto militar".

Por eso, Carrero Blanco presentó en la Comisión Delegada de Asuntos Económicos un plan de lucha contra la inflación basado en el retorno a la neutralidad. Se señala en la pág. 143 de esa obra de Saratiegui que, en base a la necesidad de apoyo económico, no solo por parte de Estados Unidos sino también por parte de "Inglaterra, Francia, Alemania, Italia, etc..", la rescisión total de los acuerdos de España por los Estados Unidos, es decir, que España volviese a la neutralidad en la Guerra Fría, "que voluntariamente había perdido en 1953", debía producirse de forma paralela a una negociación con Norteamérica, tanto en los aspectos militares como en los económicos. Con respecto a los aspecto militares era "imprescindible plantear la reducción del ritmo de construcción de bases e incluso la reducción de su número". La alternativa era el apoyo de Estados Unidos, por supuesto también de sus aliados, para de este modo conseguir el inicio de una marcha hacia el mundo europeo. Pero además, para España, era necesaria una ayuda más generosa, porque ésta no había recibido lo esencial de la llamada Ayuda Marshall. Sin embargo, aparte de la ayuda, España recibió el apoyo al ingreso en el FMI, en el Banco Mundial y en la OECE. Con esto, España comenzaba a poner el pie en la nueva organización económica que nacía entonces en Europa. Así fue como se consolidó la base política necesaria para que la acción económica de Ullastres, orientada hacia la globalización de la economía española, bajo el Plan de Estabilización de 1959, pudiese efectuarse.

Téngase presente la nota del informe a la Comisión Delegada de Asuntos Económicos el 17 de mayo de 1957. Textualmente se señalaba que si se adoptaba una postura de neutralidad ante la Guerra Fría, no dejaba de ser una ventaja para la política de equilibrio de los precios. Textualmente se señalaba que con tal abandono de la participación de la alianza militar occidental, "se favorecería la devolución del oro española (sito en Moscú) con positiva eficacia para el remedio inflacionista".

He aquí una opción que debe ser reconocida. El mantenimiento de nuestra beligerancia acabó por el camino del Plan de Estabilización de 1959, de la participación en la Unión Europea, la OTAN y demás Instituciones occidentales, y también en un desarrollo económico fuerte. Por tanto, éste no se hubiera logrado sin el esfuerzo militar mencionado.

Esto queda claro gracias a las citadas valiosas aportaciones de Saratiegui, más el recuerdo de lo no superado por nuestras anteriores neutralidades. Vemos así de qué modo, no solo por la paz a toda costa, se consigue un avance económico satisfactorio y al cabo de no mucho tiempo.