Opinión

Manual de supervivencia para la 'City'


    Barry Eichengreen

    Sólo ahora, cuando nos acercamos al tercer aniversario del referéndum del Reino Unido sobre la adhesión a la Unión Europea, las implicaciones de dejar el bloque finalmente están apareciendo. Una indicación, divertida para aquellos con gusto por el humor negro, es el éxito de marketing de los kits de supervivencia al Brexit que contienen un filtro de agua, equipo para encender el fuego y suficiente comida liofilizada para 30 días.

    Otra indicación es el lanzamiento, a finales de enero, de una investigación parlamentaria sobre las perspectivas de Londres como centro financiero. Esta investigación es una respuesta a las empresas financieras prominentes que se marchan de Reino Unido. Goldman Sachs, JPMorgan, Morgan Stanley y Citigroup han trasladado casi 300.000 millones de dólares de activos de balance de Londres a Frankfurt, y Barclays ha logrado la autorización para trasladar otros 215.000 millones de dólares a Dublín. BNP Paribas, Crédit Agricole y Société Général han transferido 500 empleados de Londres a París. HSBC ha transferido la propiedad de muchas de sus subsidiarias europeas del Reino Unido a Francia.

    La ansiedad se ve acentuada por la incertidumbre sobre el régimen posterior al Brexit. El Gobierno de la Primera Ministra Theresa May entró en negociaciones con la confianza de obtener derechos de pasaporte -autorización para prestar servicios en toda la UE sin la aprobación de los reguladores del país anfitrión- para los bancos del Reino Unido. Pero si hubiera mirado más de cerca, su Ejecutivo habría visto que la UE ha concedido derechos de pasaporte a los no miembros sólo cuando el país -Noruega, por ejemplo- pertenecía al Espacio Económico Europeo.

    Reino Unido todavía tiene un ecosistema rico en servicios de apoyo atractivo para los bancos

    La pertenencia al EEE no sólo confiere derechos sino también obligaciones. Los miembros se comprometen a aceptar la regulación financiera de la UE. En caso de litigio, los miembros del EEE aceptan la decisión del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas (TJCE). Técnicamente, tienen su propio Tribunal de la Asociación Europea de Libre Comerico (llamado así porque tiene jurisdicción no sólo sobre Noruega, Liechtenstein e Islandia -los tres miembros del EEE- sino también sobre Suiza). En la práctica, sin embargo, el Tribunal de la AELC sigue más o menos de cerca al TJCE. Tal es el resultado predecible cuando hay un desacuerdo sobre el acceso a los mercados entre dos bloques económicos, uno mucho más grande que el otro. Tal arreglo no es el escenario soñado por los más convencidos Brexiteers.

    Y aún hay que hablar de la disposición legal conocida como equivalencia: las regulaciones individuales en la UE y en un Estado no miembro se consideran, a falta de una palabra mejor, "equivalentes" entre sí. Los bancos no miembros pueden entonces suministrar a los clientes de la UE sólo los productos cubiertos por dichos reglamentos.

    La equivalencia se solicita regulación por regulación, y se aplica únicamente a los productos o servicios que se rigen por dicha regulación. El régimen de equivalencia UE-EEUU, por ejemplo, sólo regula los derivados extrabursátiles y un número limitado de otras partidas. Cuando un artículo no está cubierto por la equivalencia, un banco de EEUU puede proporcionarlo en Europa sólo mediante la creación de una filial capitalizada por separado, lo que implica un coste.

    El hecho de que los acuerdos de equivalencia tengan alcances limitados tendrá implicaciones negativas para la City

    El hecho de que los acuerdos de equivalencia tengan alcances limitados tendrá implicaciones negativas para la City. Las economías de escala -la capacidad de proporcionar una amplia gama de servicios financieros diferentes- son las que construyen un centro financiero. El hecho de que las instituciones financieras globales ya estén trasladando negocios y personal fuera de Londres indica que ven esto como un problema.

    Sin duda, las fortalezas de Londres no deben subestimarse. La ciudad adquirió su preeminencia financiera internacional en algún momento del siglo XVIII. Con el tiempo, un rico ecosistema de servicios de apoyo -contables, abogados, consultores y otros- creció alrededor de los bancos. Sobre esta base, Londres se convirtió en el centro del mercado del eurodólar. Con el advenimiento del comercio computarizado, se convirtió en el hogar de Thomson Reuters y Electronic Broking Services, y en un centro para los cables de fibra óptica a través de los cuales fluyen las transacciones electrónicas. Después de 1999, se convirtió en el principal centro de negociación de créditos denominados en euros.

    Si el Parlamento aprueba el acuerdo de mayo, los negociadores de la UE tendrán más razones para creer que el Reino Unido está dispuesto a cumplir sus compromisos

    Edouard-François de Lencquesaing, presidente del Instituto Europeo de Regulación Financiera, rechazó recientemente las perspectivas de Londres aduciendo que su ascenso como centro financiero global "fue un mero accidente de la historia". Esto no tiene sentido. Algunos accidentes tienen consecuencias duraderas, y las consecuencias de éste no van a desaparecer. Algunos grandes bancos están trasladando personal a París y Frankfurt, pero pasarán años antes de que esos centros desarrollen un ecosistema de servicios de apoyo que compita con el de Londres.

    La implicación es que Londres seguirá siendo un centro financiero importante, aunque la importancia dependerá de dónde vayan las negociaciones de equivalencia a partir de ahora. Si el Reino Unido se desploma fuera de la UE, el entorno de negociación será difícil y los acuerdos escasos. Si el Parlamento aprueba el acuerdo de mayo, los negociadores de la UE tendrán más razones para creer que el Reino Unido está dispuesto a cumplir sus compromisos. En ese caso, es probable que se celebren acuerdos de equivalencia adicionales.

    Hay, por supuesto, otro escenario más favorable si el Brexit se suspende. Dado que Londres todavía tiene ese rico ecosistema de servicios de apoyo, no es inconcebible que los bancos europeos vuelvan a reclamarlos.