La única vía para evitar un 'Brexit' sin acuerdo
- La UE debe dar a Reino Unido el tiempo para buscar un consenso nacional
Anatole Kaletsky
Ha superado tácticamente la primera ministra británica, Theresa May, a todos sus oponentes? Al imponerse al esfuerzo del Parlamento para descartar una ruptura sin acuerdo y desordenada entre la Unión Europea y su segundo socio comercial más importante, May ha redoblado la presión sobre los líderes de la UE para que acepten sus demandas antes del 29 de marzo, el plazo límite para el Brexit.
Ponerle a alguien un arma en la cabeza rara vez es una estrategia de negociación exitosa, como descubrió Grecia cuando amenazó con abandonar el euro. Pero un colapso del comercio con Reino Unido sería una realidad mucho más alarmante. Es más, las principales concesiones que exige May son literalmente periféricas para todos los países europeos, con excepción de Irlanda. Por lo tanto, parece razonable esperar que los líderes de la Unión cierren los ojos cuando se acerque el plazo límite para el Brexit y le den a May lo que quiere: una exención de todas las garantías para mantener abierta la frontera irlandesa y quizás, inclusive, la promesa de un comercio completamente sin fricciones con la UE.
May también parece haber superado tácticamente a sus oponentes domésticos. Al persuadir a decenas de miembros laboristas del Parlamento de no oponerse a ella en los votos cruciales sobre el Brexit, logró desacreditar al Partido Laborista a los ojos de toda una generación de votantes jóvenes pro-europeos. Y al persuadir a los defensores del Brexit dentro del Partido Conservador de que ella eliminaría de forma mágica los puntos más objetables del acuerdo de retiro, May se ha adjudicado la posibilidad de quedarse en el poder hasta la próximas elecciones generales y, tal vez, después.
Pero este panorama feliz para May se basa en una suposición crucial: que el plazo límite del 29 de marzo para el Brexit siga sin modificarse. Los líderes europeos podrían fácilmente neutralizar la amenaza de May de un Brexit sin acuerdo y, por lo tanto, eliminar cualquier necesidad de ofrecer las concesiones que ella exige. Para hacerlo, deben entender el método de indecisión y demora detrás de la estrategia desquiciante de May. En toda su carrera política, la primera ministra ha utilizado la dilación como una estrategia ganadora. Cuando era ministra del Interior, muchas veces ganó batallas contra otros ministros simplemente negándose a expresar sus opiniones o inclusive presentándose en reuniones minutos antes de que se tuviera que tomar una decisión final.
La estrategia de May de "ganar tiempo" suele ser exitosa, pero solo si existe un plazo límite inflexible que obligue a sus oponentes a capitular. Sin eso, "ganar tiempo" se convierte en "patear la pelota para adelante", un esfuerzo ineficaz para eludir responsabilidades, que refleja los rasgos paradójicos de inflexibilidad robótica e indecisión exasperante de May.
Una vez que se entiende correctamente la estrategia negociadora de May, la respuesta racional de la Unión Europea se vuelve obvia: inflexibilidad total sobre la sustancia del acuerdo sobre el Brexit, pero eliminación del plazo final para el Brexit.
Los líderes europeos no deberían hacer ninguna concesión de ningún tipo sobre el acuerdo de retiro, no deberían manifestar ninguna sombra de duda sobre el compromiso con Irlanda y no deberían ofrecer ningún indicio sobre futuros acuerdos comerciales. Pero también deberían expresar públicamente que ya no consideran la fecha del 29 de marzo como una fecha límite rígida y que estarían dispuestos a extender el período de negociación del Brexit todo el tiempo que fuera necesario, no solo para acordar una nueva relación entre el Reino Unido y la Unión Europea, sino también para demostrar que lo que se acuerde satisface a ambas partes.
Modificar el plazo límite del 29 de marzo, una fecha arbitraria que llegó a dominar las negociaciones por el Brexit solo por un capricho en el Tratado de la UE, no haría más que reconocer lo que ya está sucediendo detrás de escena.
Las autoridades europeas y británicas ya están planeando una extensión, pero ambas partes se muestran reacias a admitirlo públicamente, porque piensan que el plazo límite les da una ventaja en la negociación. Sin embargo, contrariamente a las expectativas previas, hoy debería estar claro que el plazo límite en realidad ha debilitado la postura negociadora de la UE. Es solo el plazo límite del 29 de marzo lo que le ha permitido a May apelar a la amenaza de un Brexit sin acuerdo. Sin eso, May sería incapaz de amenazar a los líderes de la UE con un caos económico y no tendría ninguna posibilidad de imponer por la fuerza a través del Parlamento un plan de retiro chapucero que nunca exigirá un respaldo popular en Reino Unido y que podría intoxicar las relaciones entre Londres y Bruselas en los próximos años.
Ahora consideremos lo que sucedería si los líderes de la UE votaran para suspender el plazo límite y ofrecieran seguir adelante con las negociones todo el tiempo necesario para alcanzar un acuerdo que genuinamente sea satisfactorio para ambas partes.
En teoría, May podría negarse a aceptar una extensión y seguir insistiendo en que Reino Unido se va a retirar el 29 de marzo si la Unión Europea rechaza sus demandas de una negociación, o si el Parlamento no respalda su acuerdo. Pero, en ese caso, la responsabilidad de un caos consecuencia de una salida sin acuerdo recaería enteramente en May y su Partido Conservador. En esas circunstancias, inclusive los miembros laboristas del Parlamento más antieuropeos no querrían votar a favor de un plazo límite totalmente arbitrario, que May le impuso a Reino Unido por razones puramente partidarias.
Como resultado de ello, una clara mayoría de los miembros del Parlamento casi con certeza haría pasar por el Parlamento la legislación que casi fracasó el mes pasado. Esto eliminaría de la ley británica el plazo límite del 29 de marzo para el Brexit y eliminaría la posibilidad de abandonar la UE sin un acuerdo.
Pero ahora supongamos que el Parlamento rechazara la oferta de la UE sobre una extensión, tal vez en una señal de respaldo de la amenaza de un no acuerdo de May. Aún entonces, la Unión no perdería nada abandonando unilateralmente el plazo final del 29 de marzo. Los líderes de la UE que planean capitular ante las demandas de May para evitar un Brexit sin acuerdo todavía podrían hacerlo el 28 de marzo.
En resumen, una iniciativa de la Unión Europea para eliminar el plazo límite arbitrario podría ser la clave para destrabar el Brexit. En lugar de terminar cautiva de las amenazas del no acuerdo de May, la UE podría ofrecerle a Reino Unido el tiempo necesario para buscar un consenso nacional y luego decidir con calma sobre su futura relación con Europa, ya sea una unión aduanera, un acuerdo de mercado único al estilo noruego, un tratado comercial en condiciones equitativas o directamente ningún Brexit. En toda negociación exitosa con rehenes, el primer paso crucial para un avance es eliminar el plazo límite. Los líderes europeos deberían dar ese paso ahora.
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