Opinión

La España de Alfonso y el silencio de los corderos

  • En el Grupo Socialista hay "miedo a pronunciarse y a significarse"
El exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra saluda a Javier Lambán, presidente de Aragón. <i>EFE</I>

José María Triper

Muchas canas de socialistas históricos y destacados barones del partido con los presidentes de Aragón, Javier Lambán, y de Asturias, Javier Fernández, a la cabeza, abarrotaban ayer la sala Ernest Lluch del Congreso de los Diputados para arropar al que fuera vicepresidente del Gobierno y vicesecretario general del PSOE, Alfonso Guerra, y a la España en la que cree, en defensa de la Constitución.

Allí estaban los ex ministros José Luis Corcuera, Javier Sáenz de Cosculluela, Matilde Fernández, o Enrique Barón; el ex presidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra o el Defensor del Pueblo, Francisco Fernández Marugán, entre otros muchos dirigentes y militantes socialistas que aplaudieron con entusiasmo todas y cada una de las duras críticas y los irónicos reproches de Guerra a Pedro Sánchez, al que eludió nombrar, y a su Gobierno. Eran los socialistas de siempre, ni el viejo ni el nuevo PSOE, un partido histórico "que no se reconoce en ese otro PSOE de Sánchez", resaltaba uno de los asistentes.

También estuvieron destacados dirigentes y ex de otros partidos como los populares Dolors Monserrat, García Margallo y Herrero de Miñón; el ex ministro del Interior Rodolfo Martín Villa, o José Manuel Villegas de Ciudadanos. Pero entre tan considerable y selecta concurrencia brillaban por su ausencia los actuales miembros del Grupo Parlamentario Socialista, salvo significativas presencias que se contaban con los dedos de una mano y no llegaban a los cinco. Ausencias que escenificaban la actual división interna en un partido donde los barones comienzan a rebelarse por las cesiones de Sánchez a los independentistas.

"Hay miedo", afirmaba uno de los pocos parlamentarios que si fueron. "Miedo a pronunciarse y a significarse". Miedo que se transforma en silencio cuando a algunos de esos ausentes se les preguntaba, en las horas previas a la presentación de Guerra, sobre la figura del relator o mediador. "Hay división de opiniones en el Grupo", apuntaba un diputado para apostillar que "en público no se pronuncia nadie".

Un silencio de corderos en Sánchez que contrasta con la voz firma, clara e irreductible de un Alfonso Guerra que ayer abogaba también por la unidad de acción de los partidos constitucionalistas para defender la democracia frente a quienes quieren acabar con el Estado. No fue por casualidad que los elegidos para presentar el libro fueran representantes de los tres partidos constitucionalistas: la Presidenta del Congreso y popular, Ana Pastor, el catedrático de Derecho Constitucional e ideólogo de Ciudadanos, Francesc de Carreras, y el propio autor del libro.

Y con ellos Imelda Navarro, en representación de La Esfera de los Libros, editora del trabajo quien definió acertadamente la enfermedad que hoy aqueja a la política española: "La orfandad de hombres con ideas y con sentido del Estado".