Baviera y su impacto en la política alemana
Marcos Suárez Sipmann
La Unión Socialcristiana, dominante en Baviera, pierde fuerza. Desde hace 50 años la CSU ha tenido casi ininterrumpidamente la mayoría absoluta en un Land identificado con el conservadurismo y la solidez económica. En las últimas elecciones regionales, la rama más derechista en el bloque conservador de Angela Merkel obtuvo el 47, 7% de los votos.
Sin embargo, los sondeos indican que conseguiría como mucho entre el 33 y el 35% de los apoyos en los comicios de este domingo. Porcentaje aceptable en cualquier otro lugar; en Baviera supone un mínimo histórico.
Según las encuestas, el 71% de los bávaros prefiere que esta formación no vuelva a gobernar en solitario. ¿Qué coaliciones son factibles? No le alcanzará para reeditar la coalición con los Liberales, con quienes gobernó entre 2008 y 2013. En los extremos se descartan La Izquierda y la Alternativa por Alemania, AfD, que con toda probabilidad entrará al parlamento regional, uno de los últimos donde no tenía representación.
Pese a todas las diferencias, la CSU podría verse abocada a buscar una alianza con los Verdes. Van en segunda posición, con un 17%. Su candidata, Katharina Schulze, ha manifestado su voluntad de negociar dentro de ciertos límites: "Hablamos de una Baviera ecológica, cosmopolita y justa, pero no de políticas autoritarias y antieuropeas". La CSU no podría impulsar una agenda de línea dura junto con los Verdes. Las demás variantes implican coaliciones con múltiples partidos y en ese supuesto es asimismo muy difícil que la CSU pueda moverse significativamente hacia la derecha. El despegue verde también se registra en los sondeos a escala federal, donde es sabido que Merkel está abierta a alianzas con los Verdes.
El auge de la AfD, a la que se atribuye un 12% de intención de voto, ha perjudicado a la CSU. El excesivo flirteo de los conservadores bávaros con las tesis de la AfD -hostilidad a la inmigración y a los refugiados- no ha pasado desapercibido. No pocos votos pasarán a los xenófobos. Y debe lidiar con los Electores Libres (escisión de la propia CSU), euroescépticos que quieren devolver el poder político a las autoridades locales y a quienes las encuestas otorgan alrededor del 11%.
Paradójicamente, el inminente desastre de la CSU en Baviera no tiene por qué ser una mala noticia para la canciller. Al menos, no a corto/medio plazo. Preocupado por ser rebasado por la AfD a la derecha, el partido hegemónico bávaro se distanció de Merkel en cuestiones clave. Su presidente y primer ministro de Baviera, Markus Söder, culpa de las pobres expectativas a la Berliner Politik. Con ello se refiere a las malas relaciones de su antecesor y hoy ministro de Interior, Horst Seehofer, con la canciller. Hace poco, Seehofer tachaba la inmigración como "la madre de todos los problemas" que afectan a Alemania. Con sus sucesivas amenazas de ruptura de la CSU ha llegado a ser un factor de riesgo en el Ejecutivo federal. Por otro lado, la deteriorada situación de la gran coalición en Berlín explica el desgaste de los socialdemócratas, que apenas cuentan con un 13% de intención de voto en Baviera.
Si, como se prevé, los resultados de la CSU son malos, la formación no podrá impulsar su agenda hacia la derecha
Recuérdese que Seehofer criticó en público a Merkel por virar políticamente demasiado a la izquierda, sobre todo en materia de migración. Söder, aunque quizá querría olvidarlo, se le unió en esos reproches. Muchas cosas cambiaron desde entonces. Seehofer se vio obligado a bajar el tono en cuanto a las deportaciones. Y tuvo que despedir de su puesto al crítico de Merkel, Hans-Georg Maaßen, al frente de la agencia de inteligencia. Además, tras semanas de conflicto con la canciller, Seehofer está sufriendo de agotamiento. En un principio, Merkel no fue invitada a participar en la campaña de la CSU. Decisión luego revocada, para evitar lo que puede ser una debacle electoral.
Si, como se prevé, los resultados de la CSU son malos, la formación no podrá impulsar su agenda hacia la derecha. Tanto Seehofer como Söder podrían convertirse en bajas políticas y la canciller podrá continuar con su línea de moderación. Si bien su autoridad se ha visto disminuida, Merkel seguirá dominando la política conservadora alemana.
El panorama sí cambia a largo plazo. La fragmentación del centro continuará debilitando la CSU, pilar del conservadurismo a nivel nacional. Su dominio en Baviera ha sido parte integral del éxito del bloque CDU/CSU. En la historia alemana de posguerra, los bávaros han aportado ente un 20 y un 30% del voto conservador total. Su peso en este bloque sigue disminuyendo. Esto, sin constituir un problema para Merkel, con seguridad supone un desafío para quien la suceda.