Opinión

Dinámica de la renta de situación de España

  • España debe reconsiderar el papel del gasto en defensa

Juan Velarde Fuertes

No es indiferente el lugar que ocupa una nación en el conjunto del planeta. Si es fácil su enlace con grandes mercados, el estar donde ha colocado al país la naturaleza, le provoca opulencia. Pensemos, sin ir más lejos, en el caso de Suiza. La base natural geográfica es lamentable. Montañas por doquier; clima áspero en buena parte de su superficie; carencia de una importante y exportable riqueza agraria; no hablemos de la escasez de minerales; lejanía del mar, y a causa de la separación de sus montañas, diversos idiomas, en ocasiones tan dispares como el italiano y el alemán.

Pues bien, Suiza tiene un PIB por habitante mayor que el de sus vecinos. Y lo consigue porque al norte, desde el lago de Constanza por el Rhin enlaza con una de las regiones más opulentas de Alemania, la de Renania; al este, en sus proximidades está Lyon, que a su vez se une con la Isla de Francia, la zona más opulenta de siempre en Francia; al sur, precisamente se halla la parte más rica, la que capitaliza Milán de Italia; y si miramos hacia el oeste, aparte del pequeño principado de Liechtenstein, y su papel en el mundo financiero, se liga al valle del Danubio, con esa Austria que ahora tiene una renta por habitante que supera la media de Alemania.Pasando a la actualidad, España tenía en el conjunto mundial una mala renta de situación.

Basta contemplar la magnitud que en el siglo XX tenía en el mundial tráfico transatlántico. Mas he aquí que todo ha cambiado, como consecuencia del éxito del modelo chico productivo actual y del auge de toda la región asiática que, a más de la costa china, se inicia en Corea del Sur y llega a Singapur, y después se prolonga por la India, sin olvidar a Japón, a pesar de que no acaba de reponerse de su crisis de endeudamiento que estalló en 1989.

Esa región automáticamente busca enlazar con la Europa más rica que se abre al Atlántico norte, y lo hace pasando del Pacífico y el Índico al Mediterráneo por el Mar Rojo y al Atlántico por el Estrecho de Gibraltar. Así surge una de las grandes corrientes de tráfico mundial que precisamente rodea a la Península Ibérica. En principio, de ello deberíamos recibir beneficios evidentes, porque estábamos históricamente alejados de las grandes corrientes de tráfico, salvo lo sucedido cuando España controlaba Portugal con Felipe II, y continuaba, pese a todo, en Flandes y como decía Fray Tomás de Mercado, el triángulo con los vértices en Sevilla, Lisboa y Amberes, regía la economía mundial.Esas corrientes generan grandes beneficios pero conviene observar si, por fuerza, no debemos abandonar demasiados gritos de alegría. El problema que nos espera es triple y exige triple respuesta. De una parte si logra mantenerse ese califato surgido en el Oriente Medio, que trata de saltar a Europa a través de Turquía, los Balcanes, y multitud de grupos de inmigrantes musulmanes, y que comienza a establecerse con fuerza en África, y desde luego, en su costa mediterránea, puede cortar esa vía de tráfico Pacífico-Índico-Mar Rojo-Mediterráneo-Gibraltar.

Ello obliga a España a replantear una reconsideración del papel económico de nuestros gastos en defensa y seguridad. Por otro lado se alza el problema de la Bahía de Algeciras, precisamente en uno de los puntos neurálgicos en ese sentido. Pero he aquí que al Reino Unido le apetece mantener en ese lugar una base naval militar, que incluso tiene, como hemos visto, armamento nuclear, y que una y otra vez, parece desoír los argumentos españoles sobre la no existencia de aguas británicas en torno al Peñón. Ese contencioso elimina la proyección, a pesar de esa espléndida bahía de Algeciras, a toda la región andaluza, de Cádiz, Sevilla y Málaga por lo menos, porque Gibraltar, por esas condiciones militares rechaza que ésta se convierta en uno de los lugares de conexión de tráfico y de inversión mayores del mundo.

De ahí que la Administración española de Gibraltar no sea una simple demanda nacionalista, sino una exigencia económica muy racional. Añádase que así se liquidaría una plaza financiera off-shore de modo adicional.Finalmente, uno de los puertos que recibirían un impacto más fuerte, con consecuencias más positivas, sería el de Barcelona, seguido de los de Valencia y Cartagena, y aparte de la mencionada realidad de Algeciras. El riesgo surge del secesionismo catalán. Si triunfase, además de liquidar que Cataluña permaneciese en la Unión Europea y el área del euro, cortaría esa salida y enlace a ampliaciones de la cuenca del Ebro, sobre todo de Aragón y posiblemente de La Rioja. Por ello pasa económicamente a ser fundamental la liquidación de ese intento separatista. He ahí tres mandatos para el nuevo Gobierno.