Opinión

¿eeuu gana o pierde tras el referéndum?


    Simon Johnson

    E l voto británico de abandonar la Unión Europea ha conmocionado a los mercados financieros de todo el mundo. Los pronósticos a corto y medio plazo del crecimiento económico en el Reino Unido se han reducido mucho, y los efectos para el resto de Europa serán negativos.

    A algunos ganadores políticos obvios del Brexit no les gusta Europa occidental ni lo que representa. Irónicamente, Estados Unidos (el principal aliado de Europa y mayor socio comercial de la UE) podría acabar saliendo beneficiado, aunque no si Donald Trump, el presunto candidato republicano, gana las elecciones presidenciales en noviembre. Gran Bretaña tiene una población de poco más de 65 millones de personas y, hasta el día de ayer, era la quinta mayor economía, con un PIB nacional de casi 3 billones de dólares. En el contexto de una economía global de 75 billones de dólares, Gran Bretaña es relativamente pequeña y abierta, y depende en gran manera del comercio exterior. La exportación anual suele rondar el 28-30 por ciento de la actividad económica.

    Todo eso ahora podría cambiar. La UE representa casi la mitad de las exportaciones británicas y las posibilidades de que continúe el acceso total al mercado son escasas. El comercio de bienes podría verse afectado, pero las repercusiones para la exportación de servicios (los financieros también) serán todavía más duras. En principio, Gran Bretaña podría negociar un gran acuerdo de acceso al mercado, pero eso exigiría sin duda aceptar las normas de Bruselas, precisamente contra lo que han votado los británicos. El crecimiento del Reino Unido decaerá en consecuencia y durante mucho tiempo.

    La repercusión directa para la economía mundial podría ser limitada porque otros países se beneficiarán en cierto modo de las pérdidas británicas. Por ejemplo, el Reino Unido era hasta hace poco uno de los principales destinos de la inversión directa extranjera, precisamente porque las empresas lo consideraban una buena base desde la que vender a Europa occidental. El atractivo británico y la creación de buenos empleos que se derivaba de ello disminuirán ahora.. El gran perdedor político es lógicamente la UE que, sin una sexta parte de su PIB actual, caerá en las clasificaciones económicas de estar justo debajo de EE.UU., hasta el nivel de China (por debajo, dirán algunos), medido en tipos de cambio actuales. La reacción política de los líderes de la UE no está clara pero, dada la ineptitud con la que se ha gestionado la crisis de la eurozona desde 2010, el regreso de un crecimiento más dinámico parece improbable. Una Europa más débil es mala para el resto del mundo, y personas como Vladimir Putin, que desprecian la democracia, están riéndose hoy. Muchos regímenes autoritarios se financian mediante la exportación de recursos naturales. Un crecimiento global más lento y, por lo tanto, precios más bajos del petróleo, no convienen a países como la Rusia de Putin o Irán. China sigue siendo una economía donde el crecimiento se basa sobre todo en la exportación de bienes manufacturados a países más ricos, por lo que una recesión en el Reino Unido y la UE tampoco le favorece. En términos geopolíticos y económicos, Estados Unidos es potencialmente el principal ganador de la desintegración de la UE. El país ascendió hasta el dominio global cuando los europeos luchaban mutuamente y sus imperios declinaban. El papel posterior a 1945 de EE.UU., lo desafió la Unión Soviética que, por un momento, supuso un problema tecnológico real. Hoy en día, Rusia tiene una economía pequeña (y menguante), y una población en declive.

    Después estaba Japón en los ochenta, con sus prácticas innovadoras de gestión y empresas bien gestionadas. Japón es mucho más rico que Rusia hoy en día, aunque también está sumido en el malestar económico y podría quedarse atrapado en una espiral demográfica descendente perpetua.

    Los líderes de la UE últimamente se han visto como rivales de Estados Unidos en la escena global. La cuestión es qué partes de Europa permanecerán juntas y en qué condiciones. La prosperidad se basa en la gente y en las ideas. ¿Quién puede atraer a las personas de más talento, formarlas a ellas y a sus hijos, y dar la oportunidad al mayor número de personas posible de trabajar productivamente? Estados Unidos tiene graves problemas, pero absorber inmigrantes y fomentar la creatividad han sido algunos de sus grandes puntos fuertes desde hace más de 200 años.

    El Reino Unido también ha sido una sociedad relativamente abierta en las últimas décadas y muchos de sus jóvenes quieren que siga siendo así. Pero los mayores, que viven fuera de las grandes zonas urbanas, han votado para levantar barreras y (en cierta medida) tratar de cerrar el país al resto del mundo. La política de las elecciones presidenciales en Estados Unidos es, como es obvio, muy diferente del debate del Brexit en el Reino Unido, pero Trump plantea una visión sorprendentemente similar a la de Nigel Farage, el líder del Partido por la Independencia del Reino Unido, y el viernes ambos parecían igual de satisfechos con el resultado del referéndum.

    La elección que tomarán los estadounidenses en noviembre se centra cada vez más. ¿Cederán los votantes al canto de Trump, perjudicando enormemente a la economía nacional y a todo el mundo, al lanzarse hacia un esfuerzo autodestructivo de separarse del resto del mundo? ¿O elegirán la prosperidad y un papel líder global?