Opinión

Rousseff pierde apoyos en su partido



    N ueva estocada para Brasil, esta vez de la agencia Moody?s, al rebajar la nota del país a ?grado especulativo?. Desaconseja a los inversores poner su dinero en títulos del Tesoro brasileño. La calificadora se alinea con Standard and Poor´s y Fitch, que habían rebajado sus evaluaciones considerando insuficiente el proceso de ajuste. El mercado financiero brasileño esperaba la decisión. Sin embargo, sorprendió en el sector ?la agresividad? del anuncio. La agencia no oculta que la tendencia es negativa. O sea, que en adelante podrá haber calificaciones aun peores.

    Esto ocurre cuando Brasil se encuentra sumido en su mayor crisis económica y el juicio político a Dilma Rousseff es inminente. Más del 62 por ciento de los brasileños considera que su Gobierno es ?pésimo? o ?malo?. Y la popularidad de la jefa de Estado apenas ronda el 22 por cien. No solo los recortes ahondan el distanciamiento entre la mandataria y su Partido de los Trabajadores, fundado por su antecesor Lula da Silva hace 36 años. El grupo cuestiona abiertamente, asimismo, el reordenamiento del sector petrolero apoyado por el Gobierno y aprobado en el Senado. La iniciativa permite a la larga la privatización de la extracción de petróleo. Se retira la cláusula por la que era obligatoria la participación de Petrobras en todos los consorcios que explotan recursos en los campos situados en aguas ultraprofundas. Recuérdese que en 2010 se halló el yacimiento ?pre-sal?. Está en la llamada Amazonia Azul, un área de 3,5 millones de kilómetros cuadrados en la plataforma marítima. Es un conjunto de rocas ubicadas debajo de una extensa capa de sal sobre el fondo marino, frente a la costa brasileña, con alto potencial para producir oro negro.

    Para suavizar las concesiones dadas a las petroleras internacionales, que celebraron la decisión, se pactó una fórmula en apariencia más digerible: el Consejo Nacional de Política Energética deberá ofrecer antes a Petrobras la posibilidad de ser la explotadora de las áreas a ser licitadas. Mas todo apunta a que serán los gobiernos de turno los que determinen si entregan ese trabajo a Petrobras o a multinacionales.

    Los senadores del PT consideran la decisión como una traición de la gobernante. Las críticas de sus parlamentarios suponen la quiebra de la precaria base de soporte de Dilma. El jefe de la formación afirma que pese a la derrota sufrida, ésta seguirá en la resistencia ante lo que considera ?un ataque a la soberanía nacional?. Es la primera vez que se produce una fractura explícita entre el partido y la presidenta. Rousseff está cada vez más cerca de perder su confianza. Lo más sorprendente es que el bloque de senadores ha sido tradicionalmente más disciplinado siguiendo a la mandataria que sus díscolos colegas de la Cámara Baja, donde se discute ahora el proyecto.

    La razón por la que la presidenta ha dado su respaldo al proyecto sería el intento de buscar la negociación y reducir la presión ejercida sobre ella. En efecto, la decisión ha sido bien recibida por la oposición. Se cree que debido a la crisis de corrupción en Petrobras la compañía sufrió perjuicios económicos graves que le impiden afrontar la exigencia de actuar en todos los campos de Pre-sal. El autor del proyecto, el senador y excandidato a la presidencia José Serra, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, considera fundamental reactivar la explotación de hidrocarburos ?con independencia del origen del capital?. Y aunque es importante, la explotación del pre-sal está lejos de ser la única razón para la salida del Ejecutivo. La oposición no cejará en su empeño. Y la fuerte brecha generada amenaza con desplomar el restante apoyo dentro de su grupo.

    En plena crisis política y económica, Brasil es una pesada carga para Latinoamérica. La potencia regional no consigue retomar el liderazgo. Tanto al Mercosur como a la región en general le conviene la estabilidad política de una locomotora que logre la recuperación productiva: ?si a Brasil le va bien, a nosotros también?. En este contexto hay que situar la negativa repercusión de la decisión de Moody?s de rebajar la calificación. Latinoamérica está experimentando un cambio de ciclo. Político por el hastío de la población frente a las promesas incumplidas de los populismos. Y económico por la desaceleración provocada por la caída de los precios de los recursos naturales y los programas de ajuste. A nadie le interesa una reducción del PIB del gigante que acarrea un menor comercio y peso económico. Para negociar vínculos internacionales equilibrados se requiere una posición de fuerza solo posible con el concurso de Brasil.