Boticas, ministerio y consumidores
Amadeo Petitbò
De nuevo sonó el pífano que ha despertado a los boticarios de su letargo. En este caso ante la irrupción de un nuevo Informe de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Me refiero al Estudio sobre el mercado de distribución minorista de medicamentos en España, de fecha 15 de octubre de 2015. Las reacciones, como ha sido habitual, no se han hecho esperar.
En primer lugar, hay que subrayar que no es el primer Informe que realiza la Autoridad sobre el citado mercado; un ejemplo de sobrerregulación ineficiente en beneficio de una mayoría privilegiada y en perjuicio de la mayoría de ciudadanos amén de imponer cargas evitables a los presupuestos públicos. Las conclusiones del Informe, en líneas generales, tienen mucho en común con las alcanzadas previamente; es lógico, pues nada fundamental ha variado. Cabe destacar que el margen de intermediación es muy alto si lo comparamos con el que resultaría en un mercado competitivo: 25,9 por ciento para las boticas y 5,1 por ciento para la distribución mayorista.
La novedad del Informe reside en su apartado 4: análisis del modelo de ordenación farmacéutica desde la óptica de la competencia y la regulación eficiente. Se trata de un capítulo sobre las restricciones a la competencia que, además, se adentra en el análisis empírico tomando como referencia la experiencia de la reforma de la regulación farmacéutica emprendida por el gobierno de Navarra el año 2000. La iniciativa ha tenido efectos inequívocamente positivos: en cinco años se pasó de 309 oficinas de farmacia a 547, reduciéndose significativamente el número de municipios sin botica. Luego, lógicamente, la evolución ha sido similar a la del conjunto de España. En suma, el impacto positivo de la liberalización navarra aconseja seguir con el ejemplo. Pero en este asunto se abandona el sentido común y se opta por seguir con la tradición aunque ésta no sea la mejor de las opciones posibles.
Pese a que se trata de un excelente Informe que merece ser estudiado y contrastado empíricamente, las reacciones fueron instantáneas; emocionales más que resultado del análisis. De parte, más que interesadas en mejorar el estado de cosas.
La primera reacción fue la del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad que defendió el modelo actual sobre la base de una retórica vacía. Manifestó su compromiso con los ?profesionales farmacéuticos? cuando en realidad es un compromiso con los farmacéuticos propietarios de una oficina de farmacia. Matiz relevante que revela la miopía pública.
A la primera reacción le siguió un comunicado en relación con el Informe de la CNMC por parte del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos. El documento es de una levedad impropia de universitarios, que revela tanto una inaceptable falta de argumentos como la ausencia de capacidad analítica para contrarrestar el análisis llevado a cabo por la CNMC.
Posteriormente, Facua se añade al baile de la confusión con argumentos basados en lugares comunes y sin entrar en el fondo de la cuestión. Además, osa calificar la liberalización propuesta por la CNMC como una ?liberalización trampa?. Tampoco se atreve a calibrar los resultados de los modelos de diferencias en diferencias aportados al estudio de la CNMC. Las prisas de Facua por apoyar al Ministerio no deben sorprendernos. En efecto, en el BOE del pasado 9 de octubre se publicó la Resolución de 17 de septiembre de 2015, de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición, por la que se publican las subvenciones otorgadas a las asociaciones de consumidores y usuarios de ámbito estatal? en el ejercicio 2015. A Facua le correspondieron 242.969,6. En total se distribuyeron 2.319.291,46? entre siete asociaciones. Sobran los comentarios. La captura del pretendido defensor de los consumidores está servida. Lógicamente cualquier propuesta puede ser discutida. Lo que no es aceptable es que la discusión prescinda del análisis riguroso.
El ejemplo de Navarra arroja luz acerca de los efectos positivos de la liberalización. Ninguno de los problemas de fondo esgrimidos por el Ministerio es aplicable a Navarra. Tampoco aportan valor añadido bastante para avanzar en la modernización de un mercado esencial. Lo mínimo que puede decirse es que el Ministerio no ha estado a la altura de las circunstancias y demuestra la insuficiencia o el desdén por el uso del análisis científico al conocimiento de la estructura, conducta y resultados del mercado de distribución minorista de productos farmacéuticos.