Opinión

Problemática del blanqueo de capitales


    Miguel Ángel Bernal Alonso

    Paraísos fiscales, políticos y familias bajo sospecha; Hacienda corrigiendo a jueces sobre posibles delitos fiscales de partidos; tramas de blanqueo de capitales a organizaciones mafiosas y criminales; personalidades puestas al descubierto por evasión fiscal; un banco que va ser liquidado y que recientemente fue inspeccionado; sociedades pantallas, testaferros, responsables de partidos políticos que corren a hacer declaraciones paralelas para evitar sanciones; sistemas bancarios de países puestos en entredicho por prácticas cuestionables; multas multimillonarias a grandes bancos por lavado de capitales... Y también nombres curiosos: sándwich holandés, doble irlandés, trucha fiscal... Por último, países y acuerdos fiscales (Luxemburgo, Irlanda, Mónaco, San Marico, Andorra o Suiza en plena Europa) o maravillosas islas: Barbados, Antillas Holandesas, Bermudas...

    No, no me he vuelto loco. Son noticias de plena actualidad y que no dejan de aparecer en prensa: evasión y blanqueo de capitales. Esta semana en un interesantísimo artículo de opinión de este diario: Blanquear un millón con solo una llamada, de J.M. Peláez Martos; se nos exponía cómo lo más difícil para lavar un millón de euros es tan solo tenerlo. Totalmente de acuerdo con lo de la facilidad. No se asombren, si es que les queda capacidad: es muy fácil lavar un millón de euros y cantidades muy superiores. Basta con una llamada a determinados consultores, asesores, agentes de banca corresponsal o introducirse en el mercado inmobiliario para conseguir limpiar un buen monto de dinero.

    No hablo de pintores, o albañiles que se encuentra sin trabajo y ejercen su actividad sin darse de alta porque la crisis los ha pillado y subsisten como pueden. Esto es calderilla; me refiero a lo sustancial: miles de millones que se blanquean constantemente en las cloacas de los mercados financieros, bancarios e inmobiliarios. Los inspectores de Hacienda vienen manifestando el auténtico problema (el de los miles de millones que encierran las evasiones fiscales) no está en los colectivos anteriormente enunciados o similares, sino en redes criminales de diferentes áreas geográficas -asiáticas, norteafricanas, antiguas provincias soviéticas, iberoamericanas- en personas expuestas políticamente -como así las define el Sepblac-, en carruseles de IVA, en gestión de transferencias no bancarias, dinero electrónico, sistemas de compensaciones, por supuestos en esos acuerdos entre empresas y fiscos de algún país como es Luxemburgo, por ejemplo.

    Pero el cuerpo de inspectores no solo sabe y tiene detectado dónde está el problema, también las medidas para luchar contra esta lacra: creación de un organismo independiente que tenga por objeto la lucha contra la corrupción, adopción de medidas de transparencia en el ámbito fiscal y la intensificación de las políticas de concienciación social.

    Bienvenidos al mundo: la evasión de capitales es un tema de principios. Ahora bien como diría Groucho Marx: "Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros". La cuestión no es tener otros principios, sino tal vez la cuestión es si realmente existe voluntad para acabar con el blanqueo y lavado de dinero a gran escala. Demos un repaso a las tres medidas antes anunciadas.

    En primer lugar, se pide un organismo independiente que agruparía unidades especializadas de los cuerpos de seguridad con los inspectores de hacienda. Un órgano donde el máximo responsable fuera elegido y nombrado por el Parlamento; donde se evitara la financiación pública para partidos, sindicatos u organizaciones profesionales. Luego llegaría la inhabilitación para cargos políticos, sindicales o de organizaciones empresariales que estén imputados en causas penales hasta que no se reafirme su inocencia. También la creación de juzgados especializados en delitos económicos, que las investigaciones tengan un procedimiento especial, incluido el pago a confidentes. Y, por supuesto, que la realización de actuaciones sin conocimiento del obligado tributario, para que así no salga corriendo a pagar antes de recibir la notificación y evitar la condena. ¿Por qué no se está ya actuando en este sentido? ¿Existe realmente voluntad para actuar contundentemente?

    En segundo lugar la adopción de medidas de transparencia, donde añado, incluir un intercambio de información efectiva y real entre los países. Los impuestos que a nadie nos gusta pagar son los que contribuyen al desarrollo económico y social. Es a través de ellos como se financian los países y punto central de la estabilidad, equidad y paz social. Pero si agujereamos los ingresos con el fraude fiscal y determinados países, con sus más que enjuiciables y condenables prácticas fiscales, restan capacidad de recaudación a otros, entonces se está contribuyendo a la desigualdad y falta de bienestar. ¿Pero qué voluntad puede tener alguien como el señor Juncker, primer ministro luxemburgués durante 18 años y de finanzas de aquel país y actualmente presidente de la Comisión Europea en informar a otros países e intercambiar información sobre los acuerdos a la medida para grandes multinacionales con el fisco luxemburgués?

    Llego al último, la educación. ¡Hombre, los principios, por fin! La educación, pero y antes de los principios, ¿existe realmente voluntad en acabar con el fraude fiscal y blanqueo de capitales?