España cambia ingenieros por manteros
Lucio A. Muñoz
¿Por qué no tomamos a Irlanda como ejemplo? Las comparaciones son odiosas, pero el país está saliendo de la crisis a toda máquina. El crecimiento de su economía, en torno al 7,7% en el último ejercicio, así lo indica. Los irlandeses lo están pasando tan mal como los españoles, pero las semillas político-económicas que están plantando darán mejores frutos que las recetas neosocialistas de Rajoy.
Ayuda a la innovación industrial y a las compañías tecnológicas, facilidades para la inversión extranjera, potenciación de las exportaciones, apoyo al entorno empresarial con la reducción del Impuesto de Sociedades hasta un nivel fiscalmente atractivo (12,5%)... Estas han sido las medidas de Irlanda junto con la reducción del gasto público, ya que no hay que olvidar que su deuda alcanza el 120% del PIB.
Por el contrario, la dictadura del sector público ha seguido mandando en España, donde se ha instaurado un sistema impositivo confiscatorio para seguir manteniendo las macroestructuras político-administrativas estatales, sobre todo en lo relativo al ámbito autonómico y local. Sin embargo, el Gobierno de Rajoy insiste en que España también está saliendo de la crisis a pesar de que el empleo es cada vez más precario (seiscientoseurista, por horas...) y tercermundista.
¿Cómo vamos a salir de la crisis si dos de nuestros problemas económicos más graves siguen sin solución? No hay que olvidarse de que los objetivos de déficit de muchas autonomías siguen sin cumplirse (a pesar de ello, Montoro les condona las deudas fiscales) y que nuestra impagable deuda pública sigue creciendo.
El sector industrial español no alcanza ni lejanamente el mínimo exigible del 25% del PIB y la inversión en I+D está bajo mínimos. Por tanto, no es de extrañar que el modelo productivo tradicional, basado en el sol y la playa, esté sirviendo de refugio económico y laboral a nuestro país. Y esto nos lleva al tipo de empleo que se genera y que hace que muchas personas cualificadas emigren a países como Alemania, Inglaterra o EEUU.
Esta realidad, que se combina con una recepción de inmigrantes con poca o nula formación, está provocando un deterioro creciente del capital humano de nuestro país, lo que reduce nuestras posibilidades de desarrollo futuro.
De todas formas, no olvidemos que la crisis económica española es única y diferente, provocada por el efecto de la corrupción política, la malversación de caudales públicos y la politización de la Justicia. Todo ello, producto de un sistema político parasitario, clientelar, comisionista y subvencionado.