Opinión

Los efectos reales del último 'Plan Draghi'

    Mario Draghi


    E l pasado 5 de junio una vez más el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, presentó un conjunto de medidas, algunas consideradas como no convencionales, con el fin de aplacar los mercados, no sólo ante los escenarios de deflación a los que podríamos vernos abocados en Europa, sino también ante las incertidumbres que todavía existen entre los inversores en deuda pública.

    Una vez más parece que el cañón ha tenido efecto de forma inmediata, buena evolución de las Bolsas y sobre todo el diferencial de la prima de riesgo para países como España ha caído en picado, incluso en valores inimaginables en otros momentos.

    Sin embargo los objetivos finales de las medidas están todavía por conocer y especialmente sus resultados para lo que a todos los ciudadanos europeos importa, que es la economía real de nuestras sociedades.

    Expresó el propio Draghi que el objeto final de Plan es mejorar la demanda y el consumo, con el fin de apuntalar el crecimiento y alejar los riesgos de inflación negativa. Para ello se acude a las fórmulas clásicas, rebajar el tipo de interés, pero también garantizar el acceso al crédito por parte de las familias y de las pequeñas empresas. Para este objetivo se establecen los depósitos negativos en el BCE, con la finalidad de evitar el simple embalsamiento del dinero por parte de los Bancos y se anuncia una inyección de liquidez que podría llegar hasta los cuatrocientos mil millones de euros que Draghi garantiza que llegará a la economía real a través de un conjunto de medidas de control que no llegó a señalar.

    Esta última sin duda fue la noticia por excelencia. A todos sorprendió que se llegara a cuantificar el Plan, aunque puede ser razonable, puesto que el simple anuncio del interés del Banco por asegurar el crédito no era suficiente a estas alturas. Sin embargo con un compromiso cuantitativo parece que la noticia es más creíble.

    Ahora hace falta valorar los efectos reales de las medidas. En el ámbito macro parece que se confirman los resultados esperados, pero en el micro hay muchas más dudas. Por una parte la reducción del tipo de interés se va traduciendo en una reducción inmediata de la remuneración de los depósitos, especialmente de los pequeños clientes. Aunque no hay noticias de que se traduzca esta decisión en una reducción del tipo de interés medio que se está aplicando a los créditos.

    Aún así, somos muchos los que pensamos que los miles de millones anunciados son sólo más agua para un depósito que está bastante lleno, pero cuyas salidas están atascadas y continuarán estándolo mientras el único cauce para que el dinero llegue a la economía real sea el sistema financiero privado que todavía se está lamiendo las heridas sufridas en estos años. El grifo de la financiación sigue seco y parece que por bastante tiempo.

    El problema hoy de la banca no es ya la liquidez, ni siquiera en parte la capitalización, sino que las normas impuestas por las entidades de supervisión, las normas de criterios de riesgo recomendadas por la ronda de Basilea III y los propios test de estrés dificultan la concesión de créditos a unas empresas que han visto reducida su solvencia de forma drástica en estos años. Empresas que pueden ser proyectos viables pero con muchas debilidades, ya que han visto reducidas sus ventas y beneficios progresivamente y para las que los escenarios de consolidación, si el tiempo lo permite, se alejan al menos en dos o tres años. En este escenario no son clientes solventes para los rígidos criterios actualmente establecidos.

    Tenemos un problema estructural extendido en la actividad económica y empresarial, en particular en los países del sur de Europa, y son necesarias medidas eficaces y decididas. Establecer como intermediario exclusivo entre el sector público y la economía real siempre al sistema financiero es un error que no conseguimos superar. Si de lo que se trata es de seguir ayudando a la banca, que se exprese en esos términos, pero si lo que se plantea es que este nuevo paquete de medidas realmente mejoren los intereses de las pequeñas empresas y autónomos las vías tienen que ser otras y existen instrumentos para ello.

    La solución podría ser tan fácil como articular un vehículo para parte de estos fondos extraordinarios a través del Banco o del Fondo Europeo de Inversiones, mucho más flexible en sus actuaciones, ordenar este trasvase financiero a través de las Agencias Financieras Nacionales y poner crédito directo en condiciones favorables a favor de empresas y familias, superando las barreras que la débil economía financiera aun demuestra tener.