Opinión

El Tsunami: Psicosis persecutoria en las empresas



    El espionaje económico va en aumento y las precauciones de las grandes compañías para evitar la fuga de información les lleva a tener todo controlado. La desconfianza entre los altos directivos es máxima: nadie se fía de nadie. Tanto es así, que la mayoría de las empresas del Ibex-35 recurren a detectives privados para realizar barridos electrónicos de sus salas de juntas en las horas previas a la celebración de un consejo de administración. Concretamente, estos profesionales realizan una inspección de la sala de reuniones para descubrir si hay micrófonos ocultos, sistemas de captación de información o pinchazos telefónicos. Un rastreo exhaustivo, que aunque puede costar hasta 3.000 euros, los empresarios lo consideran necesario para mantener la privacidad y para evitar posibles filtraciones.