Opinión

Impuestos y recuperación económica



    La principal novedad fiscal del año pasado fue una subida sustancial de impuestos.

    La apertura de la campaña del impuesto sobre la renta ha significado tradicionalmente para los asesores fiscales el comienzo de una vorágine que nos llevará hasta bien entrado el verano. Es el momento de empezar a buscar certificados tributarios, repasar borradores, calcular amortizaciones de bienes afectos y otras muchas tareas necesarias para saldar nuestras cuentas con el fisco.

    Ahora bien, dado que todavía estamos al principio de la campaña, quizás sea un buen momento para dejar aparcadas las urgencias de lo inmediato y reflexionar brevemente sobre si el legislador está acertando en sus medidas tributarias. Más nos vale a todos: recordemos que la política monetaria está en manos del Banco Central Europeo y que la política fiscal es la única forma que tiene actualmente el Estado de influir en economía.

    Basta un simple repaso al modelo de declaración del IRPF 2012 para recordar una dura realidad que los contribuyentes hemos sufrido vía retenciones: la principal novedad fiscal del año pasado fue un sustancial incremento de impuestos. La primera medida fiscal del actual gobierno, aprobada mediante decreto ley publicado en el BOE en la Nochevieja de 2011 fue un aumento de las tarifas del IRPF, entre el 0,75 y el 7% en el tramo general y entre el 2 y el 6% de recargo en la base del ahorro. Lo único positivo que uno puede decir de estos incrementos tributarios es que tienen vigencia temporal, estando llamados a desparecer en 2014.

    Como el principal objetivo era la lucha contra el déficit, es difícil encontrar en el modelo del IRPF 2012 algún incentivo o beneficio fiscal. Quizás el mayor beneficio fue la prórroga para el ejercicio 2012 de la reducción del 20% sobre el rendimiento neto de actividades económicas inicialmente previsto para los ejercicios 2009-2011. Este beneficio está dirigido al fomento del empleo, por lo que su principal requisito consiste en mantener la plantilla media del periodo impositivo 2008. Sin duda, un buen incentivo para los empresarios y profesionales individuales comprometidos con el empleo.

    Otro incentivo fiscal, mucho más curioso, es el ofrecido a quienes compraron inmuebles entre el 12 de mayo y el 31 de diciembre del año pasado. Si vendieron antes del cierre de ejercicio obteniendo plusvalía tienen derecho a la exención del 50% que aprobó el Real Decreto-Ley 18/2012, de saneamiento y venta de activos inmobiliarios. Es cierto que parece difícil que alguien pudiera obtener una plusvalía el año pasado comprando y vendiendo inmuebles en tan corto plazo, sobre todo si recordamos que los costes (fiscales, notariales y registrales) asociados a la compra de un inmueble rondan el 10% del precio de venta. Pero desde luego, es un incentivo fiscal aplicable, por lo que quienes se dediquen a la compra venta de inmuebles no pueden olvidarlo.

    También resulta aplicable durante el ejercicio 2012 la deducción por inversión en vivienda habitual, ya eliminada para quienes adquirieron su vivienda a partir de enero de este año. Ahora bien, como novedad, para el ejercicio 2012 se ha eliminado la compensación prevista para quienes habían adquirido su vivienda con financiación ajena antes de enero de 2006, que antiguamente gozaban de una deducción incrementada.

    Salta a la vista que los incentivos fiscales aplicables en el IRPF 2012 son reducidos. Pero, sin caer en el cinismo, lo cierto es que son mayores a los que aplicaremos en el IRPF 2013, año de desaparición de la deducción en vivienda habitual y de la posibilidad de obtener ventajas en las remuneraciones consistentes en sufragar los alquileres de los empleados.

    Recordemos, además, que no sólo ha subido el IRPF. El año pasado también sufrimos la subida de los tipos del IVA hasta el 21%, y la reclasificación al tipo general de muchas prestaciones antiguamente beneficiadas por el IVA reducido. Y, siendo honestos, quizás deberíamos cambiar el nombre al impuesto sobre los beneficios de las sociedades, ya que las limitaciones a la deducción de gastos financieros y amortizaciones fiscales están suponiendo en la práctica que muchas empresas paguen impuestos a pesar de incurrir en pérdidas.

    En fin, salta a la vista que los contribuyentes, ciudadanos y empresas, estamos realizando un notable esfuerzo para lograr el equilibrio de nuestras cuentas públicas. Es difícil saber si dicho esfuerzo tendrá finalmente éxito, ya que de manera automática se traduce en un descenso de la renta disponible para el consumo y la inversión privada. Por eso, confiemos en que el IRPF incrementado que estamos soportando todos sea, tal como está diseñado, temporal, de forma que no se extienda más allá del ejercicio 2013. Eso significará, sin duda, que estamos en el buen camino, marcado por una consolidación fiscal nacida de la recuperación económica, no del incremento de la presión fiscal.