Las grandes contradicciones que enredan aún más el 'caso Bankia'
El presidente de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, colocó ayer el broche al desfile ante la Audiencia Nacional de una cuarentena de exresponsables del grupo bancario y de relevantes autoridades. Sus declaraciones debían arrojar luz sobre la crisis en la entidad y dejan, sin embargo, cierto sabor a que sólo han seguido el guión previsto.
La gran incógnita a despejar era por qué un banco que reportó 309 millones de euros en beneficio en 2011, tuvo que reformular las cuentas y admitir 2.979 millones de pérdidas a escasos cinco meses de cerrar el ejercicio, precipitando una nacionalización que hasta disparó la prima de riesgo de España y hundió en el abismo la inversión de 350.000 accionistas, a los que Bankia había convencido para entrar en el capital con balances muy distintos menos de un año atrás.
Sin embargo, la batida de testificaciones -33 imputados y responsables, actuales y anteriores, del Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV)- aclaran poco, salvo la confirmación de contradicciones, básicamente entre los antiguos primeros espadas de Bankia y el auditor. Y dos: la pérdida de control de la gestión de la crisis por parte del Banco de España cuando, al parecer, Economía impuso sus tesis y forzó la cadena de hechos, empezando por la salida de Rodrigo Rato de la presidencia.
Queda por conocer la versión del ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, al que el exgobernador y exsubgobernador del organismo supervisor responsabilizan de la solución a la crisis y cuya versión llegará al tribunal antes de final de marzo por escrito -rehusó ir al tribunal -. Con lo trascendido, las grandes confrontaciones a clarificar por el juez giran en torno a la veracidad de las cuentas y la responsabilidad del fiasco de la salida a bolsa de Bankia por el daño causado a accionistas y preferentistas.
Toca aclarar el rol de Deloitte. El socio de la firma de auditoría, Francisco Celma, aseguró al juez que alertó a los gestores de Bankia ya en octubre de 2011 de la existencia de problemas con el crédito fiscal y la valoración de Bankia, que aconsejaban ralizar altas provisiones. Declaró que avisó al comité de auditoría el 26 de marzo de sus dudas sobre la viabilidad del banco y que rehusó rubricar las cuentas ante la ausencia de la firma de los miembros del consejo de administración, porque incurriría en delito.
Fuentes próximas a Rato dijeron a 'Efe' que el consejo las firmó el 28 de marzo y el auditor lo supo un día antes. Rato y su mano derecha, José Manuel Fernández Norniella, testificaron, en cambio, que las cuentas "eran la imagen fiel de la entidad" y que Deloitte, el auditor de cabecera el grupo -lo fue durante años de Caja Madrid, Bancaja e incluso colaboró en la salida a bolsa-, no les encontró ningún problema. Apuntaron su compromiso de estampar la firma con tiempo suficiente para convocar la junta y que los reparos mostrados por Deloitte parecían abordables. La inmensa mayoría de los exconsejeros alegaron desconocer advertencia alguna del auditor o admitieron saber de algún ajuste pendiente pero de alcance menor.
Pero lo más importante de las cuentas es saber si se 'maquillaron' para forzar una salida exitosa a bolsa. Los exgestores acusaron presiones del Gobierno del PSOE para sacar Bankia a cotizar por bien del país, en medio de una de las mayores tormentas bursátiles que se recuerda. Y responsabilizaron a los cambios regulatorios socialista y, sobre todo, el saneamiento del Ejecutivo del PP de forzar la máquina y debilitar al banco con los gigantescos requerimientos de provisiones sobrevenidos.
Es clave dilucidar en qué momento y por qué del quiebro y despejar responsabilidades -de gestión o en autoridades reguladoras o supervisoras- porque se ha diluido cual azucarillo el dinero de los accionistas -la cotización se ha hundido un 90 por ciento desde la salida a bolsa-, el de los miles de clientes que compraron deuda y se debe más de 20.000 millones en ayudas a Europa, sin menospreciar la sacudida de la crisis a la misma economía española.