Opinión

¿A qué esperamos para cambiarlo? El sistema partitocrático y corrupto del 78 está muerto


    Lucio A. Muñoz

    El principal problema que ha corrompido nuestro Estado pseudodemocrático de Derecho desde la Transición ha sido, indudablemente, el inmenso poder que el sistema constitucional le concedió a los partidos políticos. Sin olvidarnos, por supuesto, del perjuicio que ha supuesto la implantación del Estado de las Autonomías.

    Y es que las comunidades autónomas han provocado la insostenibilidad económica de la Administración y han convertido a los políticos regionales en caciques modernos, lo cuales se han apropiado del papel protagonista que le corresponde a la sociedad civil.

    Los partidos han creado, a su imagen y semejanza, un megaestado intervencionista que ha distorsionado la economía española y que ha provocado que el desarrollo empresarial y los negocios dependan, en gran medida, del poder político.

    Del mismo modo, los partidos se han encargado de politizar las instituciones públicas hasta el punto de que la Administración misma se ha convertido en un apéndice de estos. La Justicia constituye el máximo exponente de esta politización. Igualmente, las antiguas cajas de ahorros, que eran la mitad del sistema financiero español, fueron politizadas, expoliadas y quebradas por muchos miembros, entre otros, de los dos grandes partidos políticos españoles.

    ¿Desean los ciudadanos, asfixiados por una injusta y confiscatoria presión fiscal, seguir financiando con sus impuestos a los partidos políticos? No hay que olvidar que el dinero de estos procede, en parte y al margen de otros cauces más opacos, de las generosas subvenciones públicas que salen de los impuestos de todos los españoles.

    En definitiva, los partidos políticos han ejercido un férreo control sobre la sociedad española y han transformando un proyecto de sistema democrático en una auténtica dictadura partitocrática. O en una partitobancacracia, puesto que el nexo de unión y el grado de dependencia existente entre el Estado, los partidos y la banca ha resultado crucial en el camino que ha conducido a España a la quiebra.

    La partitocracia, por tanto, ha permitido durante más de tres décadas que la estabilidad (y la protección) de los partidos políticos prime sobre la de España y los españoles. En otras palabras, los partidos políticos han secuestrado a la democracia.

    El régimen partitocrático y corrupto del 78, fundamentado en el descomunal poder de los partidos políticos, ha muerto y eso hace que el actual problema de España sea de origen político. A esta conclusión están llegando millones de españoles al comprobar que la corrupción política ha invadido a todas nuestras instituciones públicas. La grave crisis económica, provocada por la corrupción y el despilfarro de una casta política parasitaria, que afortunadamente también cuenta con honrosas excepciones, está marcando el final de una etapa. Sin embargo, la inmovilidad de los partidos y el miedo de la casta a perder su poder impide la regeneración democrática que necesita España y que demanda la sociedad.

    El proceso de transformación del actual sistema político en una verdadera democracia se desarrollará con éxito si la sociedad civil consigue ganarle el pulso a la casta política, que pretende mantener el sistema como está para seguir enriqueciéndose y para continuar disfrutando de unos inmorales e inmerecidos privilegios a costa de empobrecer a los ciudadanos.

    Los españoles están pidiendo a gritos una reforma de la Constitución y, por tanto, un nuevo planteamiento legislativo en lo referente a las reglas del juego democrático. El modelo de Estado autonómico, la actual ley electoral, el funcionamiento antidemocrático de los partidos y la politización de la Justicia son los pilares sobre los que se ha asentado la corrupción política.

    España tiene que abrirse a una democracia real en la que el poder lo ostente la ciudadanía y no los partidos políticos. La sociedad civil española, de forma madura y pacífica, debe indicar el camino a seguir. ¿A qué estamos esperando?

    Lucio A. Muñoz es socio director de Eurogroup Human Resources.