Opinión
Europa, pendiente de las agendas nacionales
Juncker recordó que la falta de avances en algunos puntos hace disminuri la credibilidad griega.
En su reunión en Berlín, Angela Merkel y François Hollande reafirmaron su voluntad de que Grecia permanezca en la eurozona. Ambos recalcaron, no obstante, que corresponde a los propios griegos hacer los esfuerzos indispensables para lograr este objetivo. Afirman que "todo el mundo debe cumplir sus compromisos" y animan a "perseverar en las reformas".
El primer ministro griego, Andonis Samarás, no ha pedido en Berlín una nueva ayuda económica para su país, sometido desde hace tres años a un estricto plan de ajuste. Sí reclama una extensión de los plazos impuestos por la troika (Comisión Europea, BCE y FMI) para aplicar las medidas de saneamiento presupuestario. Grecia vive su quinto año de recesión forzada a unos rigurosos planes de ajuste que han provocado una fuerte caída de su PIB. Los recortes exigidos a cambio de las ayudas imprescindibles para que Atenas pueda evitar la suspensión de pagos han provocado un aumento del paro, agravando los sufrimientos de la población.
El objetivo de Samarás es prolongar en dos años -de 2014 a 2016- el plazo para cumplir los objetivos de déficit impuestos. Pero, como recordó ayer Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo, se duda de la credibilidad de Grecia debido a la falta de avances en algunos puntos acordados en el programa de ajuste, como el retraso en las privatizaciones y las reformas estructurales para mejorar la competitividad de su economía.
A través de su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, la canciller da la impresión de ser inflexible. Según Schäuble, "conceder más tiempo a Grecia no resolverá sus problemas y terminará significando también más dinero". Alemania no parece dispuesta a dar su brazo a torcer.
¿Por qué es Merkel inflexible? La razón es sencilla. Las instituciones europeas apenas tienen poder en comparación con el de los mandatarios nacionales. Éstos -pese a su discurso europeísta- son responsables ante sus electorados.
Tanto Merkel como Hollande han sido parcos por razones de política interna. A un año de las elecciones parlamentarias de septiembre de 2013, la canciller quiere evitar que Grecia disminuya sus posibilidades de reelección. Y la opinión pública alemana se muestra mayoritariamente contraria a conceder más ayudas o extender plazos. Además, el Tribunal Constitucional alemán tiene que emitir un fallo sobre el Mecanismo de Estabilidad Europeo (o fondo de rescate permanente) el 12 de septiembre para que Alemania pueda ratificarlo. El mismo día se celebran elecciones en Holanda.
Hollande, por su parte, no quiere mostrar más interés en los asuntos europeos que en la agobiante situación francesa, con problemas de crecimiento, rigor presupuestario, cierres de empresas y desempleo. El presidente francés insiste en la necesidad de avanzar en los acuerdos alcanzados en la última cumbre de la UE, a fines de junio, sobre todo en cuanto a la supervisión bancaria.
Merkel y Hollande tampoco admitirán inmediatamente la posibilidad de realizar concesiones a Samarás por el temor a que Grecia pueda bajar la guardia. De todas formas, los ministros de Finanzas europeos se reunirán informalmente en Chipre el 14 y el 15 de septiembre, y cualquier modificación de la agenda compete a la troika. Este cuerpo ad hoc enviará en los próximos días una nueva misión a Atenas para supervisar el grado de cumplimiento de las medidas de ajuste impuestas como contrapartida a los planes de rescate. Su informe, sin embargo, no estará listo antes de fines de septiembre o principios de octubre.
Ambos dirigentes han sido prudentes con relación a España para no suscitar sobresaltos en los mercados. El Gobierno de Mariano Rajoy ha iniciado conversaciones con sus socios europeos para definir las condiciones de un rescate blando destinado a estabilizar su deuda soberana y reducir los costes de refinanciación.
Las autoridades españolas aún no han solicitado oficialmente ayuda. España -más que Grecia- será sin duda el tema que dominará la actualidad europea en las próximas semanas.
El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, prevé abordar la situación económica de España y el futuro de la eurozona en su cita con Rajoy el martes. Tratarán probablemente -aunque no en detalle- la posible intervención del BCE en el mercado de deuda para aliviar las tensiones sobre la prima de riesgo española y la eventual compra de deuda por parte del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera o su sucesor, el Mecanismo Europeo de Estabilidad.
Van Rompuy también quiere hablar con Rajoy sobre el informe interno que prepara sobre el futuro de la Unión Económica y Monetaria, con el fin de desarrollar de cara a la próxima cumbre europea de los días 18 y 19 de octubre una hoja de ruta específica y limitada en el tiempo para una unión bancaria, fiscal y política antes de presentar un documento definitivo en diciembre.
La UE no puede permitirse la continuada subordinación a las agendas nacionales. Y la eurozona, mucho menos.