Análisis | El BCE a España: "Pide el rescate"
No era una reunión, era la reunión. La semana pasada las cotizaciones de la deuda pública española estuvieron a punto de hacer descarrilar al euro y al mundo. No exagero: el FMI alertaba de los problemas financieros de España e Italia como máximo peligro para la estabilidad financiera internacional.
Ante la situación, Draghi dijo hace una semana que haría lo que fuera y que sería suficiente. Sin embargo, esa contundencia fue luego diluyéndose por declaraciones de miembros del Bundesbank -que sigue mandando mucho en el BCE-.
Surge aquí una pregunta: ¿hay grietas dentro del consejo del BCE? Paralelamente, Mario Monti iniciaba una larga ronda de contactos; Lagarde decía que España ya había hecho muchos sacrificios; Geithner (secretario del Tesoro de EEUU) avalaba la capacidad de financiación de Europa. Mientras, Rajoy recibía un mal golpe, un golpe bajo, en un momento muy delicado: Cataluña y Andalucía se rebelaban. Ni John le Carré hubiera sido capaz de tejer esta red de intrigas.
La primera noticia, a las 13:45 horas: mantenimiento de tipo director y de facilidad de depósito. Dentro del guion: después de la reciente rebaja, no parecía que pudiéramos esperar otra reducción. Las bajadas de tipos no son ya más que un guiño, pero no una medida efectiva; aquí, las cláusulas suelo en la financiación no permiten trasladar las bajadas a los endeudados.
En cuanto al crédito, lo que hace falta no es rebajar el tipo, sino un funcionamiento efectivo del mercado interbancario y de capitales. Es necesario que el crédito, el dinero, fluya, y para eso necesitamos normalización en los mercados. Previsiblemente, la unión bancaria será el detonante de esa normalización -aún hay que aguardar a esta unión, que está por diseñar y delimitar-. Pero había que esperar un poco más. Lo importante eran las palabras del gobernador, quien se había cargado a la espalda todas las expectativas.
Segundo acto, 14:30 horas: comparecencia y, como se dice, "días de mucho, vísperas de nada". Profunda decepción, enorme bofetón. El BCE adopta la postura alemana y remite a nuevas actuaciones de los Estados para intervenir; refiere al FEEF como el mecanismo de ayuda. Es la ortodoxia nuevamente puesta de manifiesto, Bundesbank en estado puro. P
alabras muy claras: si España quiere ayuda, antes debe solicitar el rescate al fondo europeo. El gobernador ha sido, pues, desmentido absolutamente por el consejo. Más arriba me preguntaba si había brechas: es evidente que sí, y esto es muy grave.
El BCE es ahora una institución inoperante, guardián de una ortodoxia añeja. Ahora mismo el Banco no quiere ser la solución -ni siquiera concede tiempo-, sino que es parte del problema. Los mercados financieros, aquéllos que valoran al instante las noticias y las situaciones a través de las cotizaciones de los activos, fueron claros: derrumbe del Ibex 35, con los bancos y las empresas muy endeudadas en primer término, y nueva escalada de la prima de riesgo.
Abocada al rescate
España, con Rajoy a la cabeza, se verá predeciblemente abocada a pedir el rescate. Será la temible troika (BCE, FMI y la CE) la que antes o después tome el mando de nuestra economía, de nuestras cuentas. Será muy difícil llegar a final de octubre por nuestro propio pie. Las palabras han sido meridianas: quien quiera ayuda, que la pida, y eso lleva a la temida palabra: intervención.
Tendremos nuevos recortes en prestaciones, más subidas de impuestos, una reestructuración del Estado donde la reorganización autonómica será servida desde el exterior y, cómo no, esta vez las pensiones no se quedarán al margen. Alemania continúa con su idea: la ayuda de 100.000 millones de euros es tan sólo la parte blanda de la intervención; ahora toca la parte dura. Los desmanes en las cuentas bancarias y autonómicas han provocado la desconfianza germana.
Las declaraciones sobre la irreversibilidad del euro son palabras mayores, porque renunciar o salirse del euro condena a un escenario catastrófico. Merkel lo sabe. Sin el paraguas de Alemania, el panorama para algunos países, incluido España, es desastroso. Supongo que después de la demostración de fuerzas de la canciller, su reelección está más cerca; eso sí, a costa de mucho dolor. Como decía recientemente un artículo en este diario, la visión calvinista prevalece: el pecado debe ser purgado.