Opinión

Los dos fantasmas de Río Centro

    José Luis Blasco, socio responsable de Cambio Climático y Sostenibilidad de KPMG en España


    Llovía esta mañana y había nervios en las delegaciones con la llegada de los primeros de los cien mandatarios confirmados a una Cumbre, que es en número de delegados, la más grande jamás organizada por Naciones Unidas.

    Bajo el plan previsto por el Gobierno brasileño, se distribuía el texto avanzado durante los últimos días y que, salvo deseables sorpresas de última hora, será muy semejante al que finalmente se lleven a casa los delegados el viernes.

    Por la mañana aspectos formales, seguridad discreta, retrasos, discursos y colas en los puestos de café. Nuestro presidente habló de la necesidad de promover una protección del entorno capaz de crear puestos de trabajo y un desarrollo económico compatible con la conservación del medio ambiente. Aludió a los debatidos Objetivos de Desarrollo Sostenible como una evolución de los Objetivos del Milenio. Animó a que fueran metas que permitan un camino para reducir progresivamente la pobreza y las desigualdades, y lograr mayor estabilidad, seguridad y prosperidad para todos.

    También se reunió en la Casa de España con las empresas y organizaciones españolas que se encuentran estos días por aquí , y en la que se encontró a la entrada con algunas voces que le reprochaban falta de compromiso.

    Existe la sensación hoy de que el 'pescado está vendido'. Se hablaba más de las ausencias que de la elocuencia de Barroso o Correa. Pero todavía quedan dos días.

    Pasada la mañana y a decir verdad, también el interés por los discursos, la plaza se comenzó a llenar de color con la llegada de diferentes grupos indigenistas y otros que anunciaban lo que se ha venido a denominar el "otro" Río+20, que tendrá lugar a continuación aquí también en Río con el ambicioso nombre de Cumbre de los Pueblos.

    Fantasmas

    En los pasillos del impresionante Río Centro lo más comentado ha sido el 'avistamiento de fantasmas'. En concreto dos que torturan especialmente al Gobierno brasileño: la última noche de Copenhague y las convenciones aprobadas en Rio 92.

    Al primero de ellos, a los negociadores asiduos ya les comienza a resultar familiar. Se ha repetido en tantas ocasiones la necesidad de tener acuerdos legalmente vinculantes que nos hemos terminado creyendo que -no solamente son deseables- sino posibles en dos semanas de Cumbre. Para los que lo avisten, la receta del exorcismo es sencilla, releer las conclusiones de Río 92 o la de Johannesburgo en Río+10. Les adelanto, no hay fechas, no hay objetivos y por supuesto no era legalmente vinculante.

    El segundo fantasma es más difícil de combatir. Si bien es cierto que en Río 92, las conclusiones fueron parecidas, sin embargo a ella se llegaba con tres convenciones negociadas bajo el brazo -bosques, clima y biodiversidad- la agenda 21 -que por cierto no tiene tampoco fechas, ni objetivos- y un informe que había puesto en 1987, en negro sobre blanco, la definición de desarrollo sostenible.

    Esta es quizás la principal frustración, la falta de preparación. No se puede pretender cambiar el curso de las cosas así. Sería sin duda artificial. Por eso creo que Ban Ki-moon tenía razón esta mañana, en la inauguració, cuando decía que esta Cumbre era el comienzo, no el final del proceso. A la fuerza ahorcan.