Opinión

Editorial: El cuento de la lechera



    Montoro paró el 'banco malo' propuesto por Guindos y abocó a éste a una reforma que restringirá el crédito.

    Creo que fue el exprimer ministro británico, Winston Churchill, quien dijo de la democracia que es "el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás". Esa misma definición podría aplicar el ministro de Economía, Luis de Guindos, a la reforma financiera aprobada ayer por el Consejo de Ministros. Probablemente es la menos mala que podía hacer ante la ausencia de dinero público. Guindos era partidario de crear un banco malo que adquiriese los inmuebles y demás activos dudosos en manos de la banca a precios de mercado. Pero su propuesta se topó con la oposición del titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, quien se negó porque incrementaba el déficit público en un momento muy delicado para las arcas públicas.

    Guindos optó entonces por una fórmula en la que los bancos buenos absorben a los malos, de manera que todos sobreviven. El problema es, como señaló Moody's esta semana, que el resultado será un sector debilitado y con menor capacidad para dar crédito. Es decir, que la primera consecuencia será una restricción de los préstamos a empresas y familias en los próximos 12 meses y no al revés, como erróneamente interpretan algunos medios.

    El plan incrementa las provisiones sobre los inmuebles y el suelo, lo cual detraerá recursos del mercado, en lugar de promover que esos activos se valoren a precios reales y las pérdidas se reflejen en la cuenta de resultados. Además, no distingue entre suelo urbano y rural, lo que facilitará que éste siga en los balances a precio inflado artificialmente. Tampoco es seguro que vaya a abaratar la vivienda, ya que la provisión exigida del 35 por ciento ronda el descuento actual de los inmuebles.

    El ministro presume de que apenas dispondrá de ayudas públicas, con excepción de los 6.000 millones que emitirá el Tesoro para recapitalizar el Fondo de Reordenación Bancaria (Frob). Ello representa una demostración de fuerza ante la UE de que nuestro país puede salir del hoyo por sí mismo, sin necesidad de rescates como ocurrió en Irlanda con la banca, que arrastró al Estado. El plan comparte la filosofía de su antecesora, Elena Salgado, de dar tiempo a las entidades para su saneamiento. A medio plazo, el sector saldrá fortalecido, pero la cuestión es cómo resolver el corto plazo, porque la falta de financiación está provocando el cierre acelerado de empresas viables por falta de liquidez, con un reguero de despidos en todos los sectores de la economía.

    Guindos está, por último, empeñado en fusionar Bankia con CaixaBank, después de que el presidente del BBVA, Francisco González, descartara la operación, como confesó esta semana. Como se sabe, González amplió, incluso, su edad de jubilación a los 75 años para dinamitar su posible sucesión por Rodrigo Rato en un par de años.

    Con CaixaBank existía también el problema sucesorio, ya que una hipotética sustitución de Isidro Fainé por Rato dejaría a José María Nin, el actual número dos, descolgado. Por eso, algunos especularon con la presidencia de Repsol. De cualquier forma, la operación se abandonó porque los números no salían, ya que exigía el cierre de miles de oficinas y cuantiosos despidos con un coste inasumible.

    Rato amagó con una operación alternativa con una caja más pequeña, como NovaGalicia Caixa. Una manera inteligente de resolver el grave problema que se ha creado el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo. Pocos confían en que el grupo de inversores americanos que prometió reunir el presidente de la entidad, José María Castellanos, llegue a materializarse, pese a la fe numantina que muestra éste. Guindos se opone a esta alternativa y vuelve a la carga con la hipotética fusión con CaixaBank. Por ello, su plan deja intactas la capacidad de endeudamiento del Frob, que podría acudir al mercado, en cuanto las condiciones se relajen como es previsible, en busca de 15.000 ó 20.000 millones para apoyar el proyecto.

    Bankia contraatacó el mismo jueves con un comunicado en el que señalaba que podía cumplir las condiciones pos sí misma, en una demostración de fortaleza, e incluso estaba en disposición de adquirir otra entidad de tamaño más pequeño. El baile de alianzas se ha abierto. Después de que Enrique Goñi en Banca Cívica haya dado calabazas a la Kutxabank de Mario Fernández, la opción de Banca Mare Nostrum o Ibercaja son las más creíbles para adquirir el banco copresidido por Goñi y Pulido.

    Guindos quiere colocar cuanto antes a CatalunyaCaixa, que tiene poderosos pretendientes como el BBVA o incluso Kutxabank. No cabe duda de que habrá bancos más grandes y fuertes en unos años, y que éstos estarán en mejores condiciones de financiarse en el mercado y de otorgar créditos, pero de momento es como el cuento de la lechera. Lo que nos puede salvar es que el resto del mundo parece que se encamina a la recuperación.