Opinión

Editorial: La caridad empieza por Amorós



    La exdirectora general de la Caja de Ahorros del Mediterráneo, María Dolores Amorós, ascendió a su hermana dentro de la entidad. Con apenas ocho meses que estuvo dirigiendo la institución, Amorós se ha convertido en el perfecto epítome de todo lo que ha ido mal en las cajas de ahorros.

    No sólo se preocupó más de acolchar su futuro con una pensión escandalosa pese a -o precisamente por- conocer la situación crítica de la CAM, también extendió su particular obra social a la familia.

    Y todo esto no es sólo su culpa, también de los de arriba: la responsabilidad estriba, por ejemplo, en el anterior director general, Roberto López Abad, quien tuvo de segunda a Amorós durante diez años y salió de la entidad hace unos meses con una jubilación de lujo. O en el presidente Modesto Crespo, quien firmó el contrato blindado de Amorós. Y en el consejo de administración, que debía someter a escrutinio todas las decisiones. E incluso en el Banco de España, que ya realizó una inspección profunda de la CAM y tuvo que conocer la retribución pero no dijo nada porque es lo habitual en el sector.

    De hecho, ya se ha visto un caso similar en la nacionalizada NovaCaixaGalicia, donde sus antiguos gestores pretenden embolsarse más de 20 millones. Por no hablar de que hay directivos de entidades ayudadas con dinero público que cobran bonus millonarios o de que se está despidiendo a trabajadores rasos dejándoles el 90 por ciento del sueldo.

    Y, por supuesto, la responsabilidad radica en los políticos regionales que usaban estas entidades como fuentes de financiación. La vida para ellos va a resultar muy triste sin una caja donde meter mano.