Opinión

Hernando F. Calleja: La coyunda política de Merkel y Sarkozy



    Con todo respeto, la coyunda política de Merkel y Sarkozy no me gusta nada. Es un episodio más del despotismo imperante en esta nuestra comunidad de Estados soberanos.

    Todo para los europeos, pero los europeos que se queden quietecitos, que nosotros nos ocupamos de todo. Incluso de crear nuevas instituciones por encima de los tratados y de nombrar a sus responsables por el método digital o a dedo, para que nos enteremos todos.

    No deja de extrañarme que algunos medios hayan saludado el acuerdo de los dignatarios alemán y francés con aplausos, sin reparar en la ausencia democrática plena de dicho acuerdo. Hemos vuelto al dominio de la aristocracia centrípeta y el pueblo distanciado corea con alborozo el dueto franco-alemán.

    Como no tengo veleidades políticas más allá de gobernar mi cuerpo con un poco de descaro, no hago la crítica porque el nuevo sistema me aleje de las decisiones importantes, lo hago por piedad por los otros dirigentes europeos ninguneados hasta las tinieblas más espesas. En esta ocasión no han recurrido a los dirigentes de otros países ni como palmeros.

    El pragmático me dice que si lo que han decidido es bueno, qué más da que el pas de deux haya dejado a todos los demás fuera del escenario (más bien de espectadores de gallinero). Es un argumento antidemocrático y falaz. Vendemos Europa como el paraíso de los derechos humanos y políticos, pero dos personas deciden el futuro por 502,5 millonesde europeos. Que acierten no los legitima.

    Desde que en 1970 empecé a escribir de Europa, mi fe se ha ido reblandeciendo como los relojes de Dalí.

    He criticado con vehemencia la falta de liderazgo en Europa, pero no dejo nunca de establecer que es muy importante diferenciar entre el liderazgo y el ejercicio autónomo del poder.

    Merkel y Sarkozy tienen todo el derecho a concertarse, pero hay más instrumentistas en la filarmónica.

    Hernando F. Calleja. Periodista de elEconomista.