Javier Nart: Palestina / Euzkadi
Cuando Slomo Ben Ali era embajador de Israel, me facilitó entrevistas con militares del más alto rango del Tsahal, que me expusieron, con impecable precisión, los límites del poder hegemónico de su ejército, la necesidad de una solución estratégica a una victoria que envenenaba y debilitaba el estado sionista: no podemos mantener la ocupación en Palestina, que es esencialmente contradictoria con el espíritu democrático de nuestra sociedad.
Y la demografía árabe nos produce el mismo dilema que sufrió Sudáfrica: segregar (un imposible ético) o integrar (Israel sería el Estado palestino).
La cuestión es, como siempre, cuándo se pasa de la poesía a la prosa.
Así, cuando Slomo Ben Ami fue nombrado primer ministro de Exteriores y después ministro de Seguridad en el Gobierno ¿socialista? de Ehud Barack, se imposibilitó el proceso de Paz de Oslo, duplicando el número de colonos en los territorios ocupados. Cuestión definida en la Convención de Ginebra y en el Código Penal español como crimen de guerra? aunque para todos los gobiernos israelíes la legalidad internacional sea cuestión opinable y negociable.
Pues bien, con Slomo Ben Ami la paz no sólo no avanzó, sino que se colapsó. Y ése es quien ahora se presenta como resolutor o mediador en lo que nunca puede definirse de la misma manera: la negociación con la banda etarra.
Siempre he defendido el legítimo derecho a la autodefensa, a la resistencia contra la ocupación (con la misma fuerza que he denunciado el terrorismo palestino tan criminal como contraproducente). Pero es excesivo ver tal mediador con un grupo terrorista cuyo fundamental argumento es la muerte y el miedo, inadmisible en una sociedad democrática donde las ideas pueden defenderse no con el 9 mm parabelum, sino con los votos.
Aunque no me guste nada la opción Bildu.
El señor Ben Ami en las negociaciones con ETA viene a ser como poner al frente de un hospital a quien fue incapaz de recetar aspirina para un dolor de cabeza.
Javier Nart. Abogado