Opinión

Javier Nart: La lógica del embudo



    Nuestra ensimismada oligarquía política sigue en lo suyo: pensar y actuar como si la única realidad social fuera la de la contradicción frente al otro? sin plantearse siquiera (más allá de declaraciones retóricas) que el real referente, que el paisaje estratégico de fondo, es el más que harto pueblo español.

    Agotado ya el vía crucis del expresidente de la Generalidad Valenciana, Francisco Camps, la esquizofrenia moral vuelve a presidir las declaraciones de los responsables políticos.

    El PSOE saca pecho como si esa forzada dimisión fuera fruto de sus esfuerzos? y no del trabajo de los jueces. Exigencia evidente ante la impresentabilidad de un presidente autonómico sentado en el banquillo frente al Tribunal del jurado. Pero, más inquietante, imputado y cabeza de lista que dio la mayor victoria al Partido Popular en la Comunidad Valenciana, donde el triunfante partido socialista está reducido a la pura anécdota.

    Un PSOE que conjuga sin rubor la exigencia al ajeno con la ausencia respecto al propio.

    Así, el obsceno escándalo de los ERE en Andalucía no merece al vicepresidente español Chaves o al presidente andaluz, Griñán, ni un comentario. Y se mantiene como director de la Policía en el País vasco a un imputado en el gravísimo Caso Faisán, mientras otro sigue como Secretario de Organización del PSOE en Álava.

    Y unos ministros del Interior que, en el peor de los casos, serían responsables penales, y en el mejor, irresponsables políticos por ordenar o no controlar a los altos mandos policiales enfangados en el peor crimen que pueda realizarse en la lucha antiterrorista: dar un soplo a ETA.

    Y el renovado candidato socialista a las elecciones, Alfredo Pérez Rubalcaba, a quien le resulta inocuo que su policía avise a los delincuentes.

    Mientras, se producen dimisiones en cadena en Gran Bretaña. No por estar imputados en delito alguno, sino por la elemental coherencia de que quien manda asume políticamente los desmanes o delitos de quienes escogió.

    Demasiado para nuestra pretendida regeneración.

    Javier Nart. Abogado.