Opinión

Y ahora... el virus del contagio



    Usted quizá no haya sido consciente, pero España y el mundo entero han vivido un momento delicado esta semana. La fecha del 21 de julio no pasará a la historia, como ocurrió con la caída de Lehman Brothers el 14 de septiembre de 2008, porque se evitó que Grecia cayera en el impago descontrolado, lo que se hubiera dejado sentir en todos los rincones del planeta.

    Los líderes de la Unión Europea hablaron, por fin, con una sola voz al dar con una fórmula para ampliar el mecanismo de rescate. El acuerdo arroja aún muchas incertidumbres. La quita sobre el montante total de la deuda asciende al 20 por ciento, aunque el presidente de Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, eludió concretarlo. El objetivo es que las agencias de calificación declaren al país heleno en una situación de "impago selectivo", como hizo ayer Fitch, en lugar de simplemente "impago", porque ello causaría un terremoto en las valoraciones de toda la banca y, por ende, del resto de las empresas.

    Aparentemente, la vencedora es la canciller Angela Merkel, porque ha logrado implicar al sector privado en el salvamento, después de una bronca monumental con Sarkozy. Con ello, consigue que los ciudadanos europeos y alemanes no tengan que aportar más dinero. Pero eso es sólo sobre el papel. El Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) asumirá nuevas cargas derivadas, por un lado, del alargamiento de los plazos de vencimiento de la deuda y del compromiso de socorrer a los bancos afectados, y, por otro, de la obligación adquirida con el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, para compensar a esta entidad por sus intervenciones en los mercados.

    En última instancia, seremos los países miembros del euro y, por ende, sus ciudadanos quienes tengamos que nutrir de más recursos al FEEF para que pueda seguir desarrollando sus tareas de salvamento.

    Los líderes europeos pretenden que el acuerdo sirva de cortafuegos para no tener que socorrer a Portugal o Irlanda, que lógicamente ahora se pondrán a la cola para pedir un recorte en sus compromisos similar al de sus socios helenos. De su capacidad para lograrlo va a depender, en definitiva, el éxito o no del compromiso.

    En nuestro país, los protagonistas fueron Bankia y Banca Cívica, que lograron debutar en el parqué, en medio de "una tormenta perfecta", como la calificó Rodrigo Rato. Todo un éxito que permitió que el mismo día en que los jefes de Estado europeos estaban convocados para salvar el euro, el Tesoro colocara bonos a diez años por debajo del 6 por ciento. La superación de ese nivel hubiera vuelto a desatar las alarmas.

    Todas las grandes familias españolas, Botín, Koplowitz, Entrecanales, Del Pino o Villar Mir acudieron a la señal de SOS, con la colaboración de la vicepresidenta segunda, Elena Salgado, quien pidió personalmente el apoyo de muchos de ellos. Todos eran conscientes de que sus empresas -Santander, Mapfre, Acciona, FCC, Ferrovial, etc.- correrían la misma suerte que Bankia si la colocación resultaba un fracaso. Paradójicamente, el mundo económico consiguió la unidad de acción que no logran los políticos, y que es la causante de la crisis del euro y de la economía española.

    La última sorpresa de la semana la deparó la dimisión del presidente de la Generalitat valenciana, Francisco Camps. Su cese ha servido al líder de la oposición, Mariano Rajoy, para enviar un mensaje a su electorado de que está dispuesto a tomar medidas severas, pero a su manera, en la sombra, y que parezca que son otros los que deciden. Habrá que irse acostumbrando.

    Camps telefoneó a Rajoy para decirle que pensaba quedarse, pero Rajoy le hizo ver, a través de Rita Barberá, que su permanencia ponía en peligro la mayoría absoluta que persigue en los comicios. El PP invocó su código ético y amenazó con expulsarle del partido, ante lo que Camps decidió irse voluntariamente. Rajoy pidió a Camps que pactara una salida, por lo que hay quien asegura que puede volver de ministro. Con Camps o sin él, en la Generalitat, se ve que la trama Gürtel es un caso de financiación irregular del PP, sobre el que los medios pasamos de largo.

    Usted quizá no haya sido consciente, pero España y el mundo entero han vivido un momento delicado esta semana. La fecha del 21 de julio no pasará a la historia, como ocurrió con la caída de Lehman Brothers el 14 de septiembre de 2008, porque se evitó que Grecia cayera en el impago descontrolado, lo que se hubiera dejado sentir en todos los rincones del planeta.