Editorial: Aún lejos del coste de la energía
Nuevos mordiscos al bolsillo. Vuelve a subir la energía: con el 1,5 por ciento que repuntará ahora el recibo de la luz, ésta ya acumula un alza superior al 10 por ciento en lo que va de año; el gas se han encarecido un 9,5 por ciento; y el butano, un 12,2 por ciento desde enero.
Incluso con estos aumentos, que sin duda castigan especialmente a las economías familiares vapuleadas por la crisis, sigue sin cubrirse el coste real de estos suministros, uno de los lastres de la política energética española que hasta ahora sigue sin solventarse.
En este sentido, estos aumentos se tornan positivos pero insuficientes para la salud de nuestro marco energético. Porque cualquier coste no reflejado hoy en el precio se traducirá en sobrecargos futuros e incluso en costes financieros. Sin ir más lejos, ahí está el déficit de tarifa, pesando en las cuentas de las eléctricas españolas y distorsionando su desenvolvimiento en el mercado.
Y el desfase en el segmento del butano altera el mercado hasta el punto de que un operador de gas licuado en España pierde cerca de 3 euros por cada bombona, algo que no ocurre en Portugal o Francia , donde se reconoce el superior precio.
Está claro que la política energética ha sufrido demasiados bandazos y ha errado su finalidad de clarificar el mercado y dejar de lanzar mensajes confusos y cambiantes. Se ha creído que subsidiar con primas era la panacea. Desde el anacrónico carbón a las renovables. Cuando lo que hay que hacer es retirarlas poco a poco para que el sector pueda caminar solo. Y para eso hay que ir quitándole paulatinamente las muletas del precio ficticio y la subvención injustificada.