Editorial: Exposición poca, contagio puede
La banca española tiene una exposición insignificante a la deuda griega, lusa e irlandesa. Una eventual quita en estas economías sólo afectaría al 0,13 por ciento de sus activos, y el riesgo bancario español en tal tesitura no pasa de los 4.200 millones. El escenario de una reestructuración helena antes de 2013 es cada vez más probable, lo que alimenta la lógica preocupación por el efecto dominó que pueda ocasionar en otras economías europeas como la nuestra y, por ende, en el conjunto de la UE y sus mecanismos de respuesta.
España es la llave de los PIGS. Es, al fin y al cabo, la última frontera donde se juega el euro. Y su prima de riesgo está marcando no sólo los latidos del Gobierno, sino la magnitud del temor general a que la cadena de debilidades de la deuda periférica termine por arrastrarla. En este sentido, la escasa exposición a los bonos de Grecia, Irlanda y Portugal permite anticipar una situación asumible para nuestro sector financiero. Pero de un efecto contagio no estamos libres y habrá que disponer las vacunas. De materializarse los peores presagios, varias entidades financieras españolas se verían afectadas en su negocio, sobre todo si la zozobra procede de Portugal.
Así pues, el Ejecutivo no puede cejar en su reconversión reformista y debe alejar cualquier sombra de duda que planee sobre España, abrazando la máxima seriedad financiera, incluyendo las medidas precisas para la más correcta ordenación del proceso de recapitalización de las cajas de ahorros, de modo que se deje de soslayar su saneamiento. Los buenos propósitos han de materializarse y no quedarse en el papel. Los mercados y la UE están muy atentos.