Opinión

Fernando Méndez Ibisate: Decisiones serias para el ecofin



    La UE y el euro están pasando por serias dificultades, y desde hace más de un año. Si bien tales conflictos se los han buscado con sus decisiones, nos los han buscado -pues, en última instancia, seremos los ciudadanos y contribuyentes quienes las atendamos con nuestros bolsillos- las mismas autoridades que provocaron, alimentaron y defendieron con sus políticas económicas previas la crisis de la que, se supone, intentan sacarnos.

    Suele ponerse como ejemplo paradójico Irlanda, a la que únicamente la insistencia y determinación de su Gobierno en rescatar y refinanciar sus bancos patrios, en lugar de dejarlos quebrar y repartir los activos o ponerlos en venta (¿ninguna entidad internacional hubiese apostado por introducirse en el mercado irlandés?), ha colocado al Estado en serios problemas, hasta el punto de perder su autonomía en materia económica.

    No se olvide que estamos ante una crisis de deuda soberana precisamente porque la respuesta por parte de las autoridades de todo el mundo, muy keynesiana para regocijo de unos aunque una desgracia para el contribuyente, ha consistido en gastar (a veces sin pies ni cabeza y acrecentando malas políticas de gasto previas, como en España o Grecia) e inundar de deuda pública los mercados, tras haber tenido que hacerlo con liquidez.

    Los graves problemas de deuda del sector privado con los que partía esta crisis se han ido ajustando con la lógica del mercado: a cambio de menos gastos, mayores ahorros y pérdidas de buena parte de la riqueza o activos se han aminorado tales deudas.

    ¡Cuánto habría ayudado no tener que financiar crecientemente los sectores públicos si éstos, además de bajado los gastos, no hubiesen agrandado la deuda o incluso hubiesen bajado los impuestos! Pero hablamos de políticos.

    Ahora se reúne el Ecofin para tratar tanto de una posible ampliación de los fondos destinados a salvar Estados dentro del euro, como de estructurar una política fiscal común.

    Esta última no es precisa en una unión monetaria, como muestra EEUU, e incluso cierta competencia fiscal es saludable para poder distinguir con claridad las malas políticas de gastos e impuestos de las menos dañinas, tal como sucede hoy en Alemania, España o la misma Irlanda, que con la crisis cambió radicalmente sus criterios de austeridad e intervencionismo.

    Pero la idea más bien parece surgir porque los Estados que financian los rescates no se fían de las políticas o medidas económicas futuras; en definitiva, de la seriedad, de los Estados hoy -y ayer- en dificultades.

    Lejos de dejar que cada país resuelva sus problemas y asuma sus responsabilidades, como debe hacer California, en un marco de política monetaria independiente y marcada por el BCE, se apuntala aún más una UE paternalista, dirigista y valedora de dirigentes y burócratas, ya delimitada en el Tratado de Maastricht, aunque luego no se cumplan los compromisos: auténtico origen de los problemas de la UE y del euro.

    Respecto a la ampliación del fondo de rescate, el verdadero asunto consiste en resolver los problemas dentro de cada país que están originando su necesidad.

    Por tanto, reformas internas serias, auténticas y en la buena dirección, y restaurar la credibilidad de la UE. ¡Nada menos!

    Fernando Méndez Ibisate. Profesor de Economía de la UCM.