Opinión
Editorial: El BCE no cede ante las presiones
Las presiones sobre el BCE para que emprenda una ronda de impresión de billetes no han surtido efecto. Muchos miran hacia la expansión cuantitativa de la Reserva Federal y observan que ya está generando crecimiento.
Argumentan que en la UE podíamos hacer lo mismo. De hecho, dicen que el QE2 de Bernanke ha provocado que los inversores se despreocupen, por el momento, respecto a la economía estadounidense... y se lancen sobre Europa.
Para estos defensores de la impresora, entre los que se incluyen miembros del Gobierno de Zapatero, es hora de que Trichet acuda al rescate del euro. Menos mal que el presidente del BCE no les escucha.
Ha costado mucho que esta institución gane su prestigio y no puede arriesgarlo sólo para que los políticos disfruten de unas vacaciones y se olviden de sus responsabilidades.
Los problemas del euro no se encuentran en la política monetaria, sino en la competitividad y la ausencia de unión fiscal. Europa debe hacer sus deberes.
Fíjense cómo unas pocas medidas han servido para que la bolsa española repunte. El instituto emisor europeo ya hace mucho ampliando su apoyo a la banca con la barra de liquidez, y además está puntualmente comprando deuda de los países aunque por otro lado la esterilice; es decir, emita un bono que sustrae del mercado la misma cantidad que acaba de emitir.
Así evita que la máquina del dinero se ponga al rojo vivo mientras Alemania ya está creciendo. No podemos hacer como en EEUU, cuyo banco central se convertirá en enero en su principal acreedor por delante de China.
Por más que sostengamos artificialmente el sistema, no pospondremos su juicio final.