Alberto Alesina: El FMI cambia de criterio
En el suplemento de julio de su World economic outlook, el Fondo Monetario Internacional asegura que los riesgos para la recuperación económica dependen del excesivo endeudamiento público, sobre todo en Europa, y de sus posibles consecuencias sobre la estabilidad y la solidez de los mercados financieros en general y de los bancos europeos en particular. En otras palabras, el FMI dice tres cosas: que es hora de levantar el pie del acelerador fiscal, que el crecimiento tiene que mantenerse con medidas que no sean gasto público a mansalva y que se debe seguir trabajando sobre la estabilidad financiera.
El Fondo se ha pronunciado, pues, con cierta claridad contra los que todavía siguen predicando más gasto público y más endeudamiento.
Algún lector pensará: "Qué gran descubrimiento, el Fondo Monetario predica siempre y en todas partes rigor, lágrimas y sangre". Pues no es cierto. Durante la gran recesión del 2008 y del 2009, el FMI aconsejaba, especialmente a través de la autorizada voz de su jefe economista, Oliver Blanchard, un gran activismo fiscal keynesiano: más gasto público sin preocuparse por el déficit.
Incluso, hasta hace pocas semanas, cuando ya muchos se preocupaban por el nivel de la deuda pública en varios países europeos, el Fondo todavía dudaba y enviaba señales un poco confusas sobre política fiscal. Pero estos días, la institución salió de la citada ambigüedad (a mi juicio, con cierto retraso), subrayando que ha llegado el momento de levantar el pie del acelerador fiscal y que el crecimiento tiene que seguir alimentándose, pero con reformas estructurales y no con una mayor deuda pública.
La advertencia más seria va dirigida a Europa, donde la crisis de la deuda es potencialmente mayor, pero también hay "sugerencias" (y tirones de oreja) a la Administración Obama, que parece vivir en un mundo en el que el equilibrio presupuestario no existe.
Hoy, la única salida para sostener la recuperación está en el sector privado. Existe un enorme montante de liquidez sin gastar en Estados Unidos. Por ejemplo, los beneficios no reinvertidos. La única forma de hacer entrar esa liquidez en el circuito de las inversiones es volver a dar seguridad sobre la futura evolución de los impuestos y sobre la solidez de las finanzas públicas y de los bancos. No en vano la veloz recuperación de los mercados accionariales tras el mínimo alcanzado en el mes de marzo de 2009 se bloqueó hace unos meses por culpa de las preocupaciones por el excesivo endeudamiento público europeo y por las incertidumbres sobre el control del déficit americano.
Alberto Alesina, profesor de la Universidad de Harvard.