Opinión

Carlos Poza: Coyuntura para veraneantes



    Una semana antes de que se publiquen los datos de Contabilidad Nacional del segundo trimestre y sólo para los que sientan mono de actualidad macroeconómica, se adelantan algunas líneas de la evolución de la economía española y de sus principales amenazas a corto plazo.

    En términos generales, los ritmos de caída de la actividad económica se moderan en el primer semestre del año, así se observa en la CNAE del primer trimestre y en los avances del último boletín del Banco de España del segundo, sin embargo, se espera una moderación de la recuperación, incluso recaída, en el tercer y cuarto trimestre.

    La influencia de la demanda externa

    Las razones de la mejora en la primera mitad del año son de diversa índole. En el primer trimestre, destaca el impulso de la demanda externa, animada por la reacción de nuestros principales socios comerciales y por la mejora de nuestra competitividad, y el empuje de la política fiscal expansiva, traducido en los planes de impulso fiscal tales como el Plan E o el Fondo Estatal de Inversión Local.

    En definitiva, el PIB real en el primer trimestre descendió un 1,3% en tasa interanual pero creció un 0,1% en intertrimestral, tras seis trimestres consecutivos de contracción. La aportación al PIB de la demanda nacional fue -2,5 puntos porcentuales (pp) y de la externa 1,2pp. Es decir, la mejoría respecto a 2009 fue pírrica.

    Por su parte, en el segundo trimestre (datos de CNAE todavía sin publicar), habría una nueva desaceleración de los ritmos de caída, aun en un entorno de acusada volatilidad en los mercados financieros tras la crisis soberana provocada por los desequilibrios de las finanzas públicas de los PIIGS.

    En este caso, aunque las causas sean parecidas a las del primer trimestre, aportación positiva de la demanda externa y últimos efectos del apoyo público al gasto, tiene un tinte diferente. Se atenúa el retroceso de la demanda interna por el repunte del consumo privado, estimulado por el efecto adelanto a la subida del IVA, que entró en vigor el 1 de julio. En definitiva, el PIB real en el segundo trimestre descendería un 0,2% anual y aumentaría un 0,2% trimestral. Superior al trimestre anterior pero aún insuficiente. La aportación al PIB de la demanda interna sería -0,8pp y de la externa 0,6pp.

    Pero esta leve mejoría de los datos agregados de actividad está rodeada de numerosos riesgos.

    1) Veremos qué ocurre cuando se diluyan totalmente los efectos del gasto público.

    2) Veremos qué ocurre con el consumo privado cuando todas las empresas incorporen el nuevo tipo impositivo del IVA a su listado de precios, porque no todas lo han hecho de forma efectiva.

    3) No todos los indicadores de actividad están mejorando, sólo hay que ver la dinámica empresarial, en lo que llevamos de 2010 la extinción de empresas ha subido un 13%, y en aumento.

    4) La tasa de paro continúa creciendo, aunque bien es cierto que a menor ritmo.

    5) El crédito sigue sin fluir.

    6) La construcción puede recaer ante el recorte de gasto del Estado y expiración de ayudas.

    7) La subida de tipos en muchas economías emergentes, como ya ha sucedido en Brasil o Chile, puede ralentizar la recuperación internacional y, por ende, la española.

    8) Economías como la estadounidense o la europea, más tranquila ésta última tras la publicación de los stress test, pueden sufrir recaídas que afecten a las exportaciones españolas.

    9) La demora en la implementación de las reformas estructurales diseñadas por el Gobierno (incompletas, por cierto) puede dilatar la recuperación y reavivar la virulencia en los mercados financieros.

    10) las últimas cifras de los indicadores adelantados empeoran ligeramente, y auguran una segunda mitad de año más complicada. Por ejemplo, el Composite Leading Indicator de la OCDE, el indicador sintético de actividad del MEH y el indicador de sentimiento económico de la Comisión Europea llevan estancados aproximadamente tres meses, con descensos en alguno de los casos. Todo ello justifica la previsión más negativa en el tercer y cuarto trimestre del año.

    Y esto en el mercado de trabajo significa que seguirá aumentando la tasa de paro. La pregunta es a qué ritmo. En la primera parte del año ha ido desacelerándose paulatinamente la destrucción de empleo, sobre todo en el segundo trimestre por el componente estacional, el inicio del verano, pero aparecen serias dudas de que se mantenga dicha inercia. Todo apunta a aumentos más intensos del desempleo. Y recuérdese que es del 20,1% en el segundo trimestre.

    En resumen, la leve mejoría en los seis primeros meses tenderá a moderarse en los seis últimos.

    Carlos Poza, profesor de Macroeconomía. Universidad Nebrija.