Editorial: Europa mejora sin tomar el testigo
Alemania ha registrado un vigoroso dato de PIB en el segundo trimestre, al crecer un 2,2 por ciento, inédito desde la reunificación. Impulsada por la inversión y las exportaciones, la economía germana ha favorecido un crecimiento medio del 1 por ciento en la UE y en el conjunto de la eurozona. El país con mayor superávit comercial se ha visto espoleado por la evolución del euro. Pero ese mismo germen del buen dato puede ser su debilidad en cuanto EEUU frene, máxime si el PIB europeo depende tanto del germano.
Así pues, la locomotora no tiene el suficiente reprise. Mientras que el dato de Europa supone una aceleración frente al 0,2 del primer trimestre, en el mismo periodo la economía estadounidense creció un 2,4 por ciento, marcando un acusado frenazo desde el 3,7 anterior, lo que ha provocado que la Fed adopte nuevas medidas. No pueden retirar el dopaje sin que la economía decaiga. La sombra de una recuperación en W es alargada. El crecimiento de la UE es débil, y aún se ciernen amenazas sobre el Viejo Continente. No ha transcurrido el suficiente tiempo de la zozobra soberana como para que se conjuren todos los riesgos.
La inestabilidad prosigue, los mercados dan una de cal y otra de arena y la ralentización estadounidense repercutirá con uno o dos trimestres de retardo en Europa, como pasó al inicio de esta crisis. En cuanto cale la recaída estadounidense se esfumará el efecto positivo del euro sobre las exportaciones y nos lastrará el menor consumo del otro lado del Atlántico. El avance del segundo trimestre tiene cimientos demasiado débiles como para tirar del resto.