Editorial: Zapatero sigue sin estrategia
El presidente del Gobierno anunció ayer que volverá a dar marcha atrás en el tijeretazo a las infraestructuras recientemente anunciado. De nuevo, Zapatero navega en el mar de la improvisación, la gestión errática y la política de bandazos. Tras admitir que la economía española empeorará en el tercer trimestre, apeló al argumento de que la nueva decisión será un alivio para las constructoras y al de que ha mermado la presión sobre nuestra deuda.
Lo cierto es que se topó con una beligerante reacción de las grandes constructoras y que la situación de los mercados que citó es transitoria. De hecho, ayer el mercado castigó su recorte del recorte elevando la prima de riesgo de la deuda española al mayor nivel desde los test de estrés. En julio, el ajuste se justificó en nombre de la gravedad de la crisis y de la austeridad. Y ahora, previendo un empeoramiento del PIB, y por tanto, más zozobra para las cuentas públicas, no tiene reparos en desdecirse.
Esta vuelta sobre sus pasos denota la debilidad de quien no define planes sólidos, de quien carece de estrategia alguna y actúa a golpe de dato estadístico o de barómetro político. El reciente varapalo del CIS parece haber levantado en Zapatero mucha empatía con la "preocupación máxima" de algunas regiones ante el recorte de Fomento. Si va a resucitar algunas obras en pro del empleo o porque estime más onerosa una cancelación que su continuidad debe pensar que ese dinero se deberá sustraer de otras partidas. Las cuentas no dan.
A falta de un plan lógico, coherente y estipulado, al menos antes de anunciar ajustes debe calcularlos y debe primar los recortes en gasto corriente sobre los de inversiones.