Opinión

Sandalio Gómez: Lo que pudo ser y no fue



    En España, en 30 años ha habido seis reformas del marco laboral y en ninguna se había contado con un consenso social tan amplio como el de hace unos meses, cuando se aprobó la última. Era un momento propicio, aunque con un desfase de dos años, para abordar una reforma estructural del mercado de trabajo. Al Gobierno le tembló el pulso en el momento clave y aprobó la más insustancial de todas. Analicemos su contenido:

    1. Se solicitaba contemplar una reducción paulatina del coste de la Seguridad Social para situarnos en igualdad de condiciones al resto de países europeos. Ni una mención a este punto.

    2. Se reclamaba reformar los niveles de negociación colectiva, de modo que se acercara más a la realidad de cada empresa. Lo que se ha aprobado complica mucho más la situación actual, al tener que negociar con los comités de empresa o con los sindicatos más representativos. De no llegar a un acuerdo, se resucita una figura ya olvidada: el laudo de obligado cumplimiento, a instancias de una de las partes.

    3. Se pedía disminuir el coste del despido disciplinario declarado improcedente, cosa que no se contempla en absoluto. Se mantienen los 45 días por año de servicio, con el tope de 42 mensualidades.

    4. Se solicitaba la ampliación del contrato de fomento a la contratación indefinida para que lo pudiera realizar cualquier persona, sin límite de tiempo, edad, ni situación profesional. Tan sólo se disminuye, a tres meses en el paro, una de las condiciones necesarias para ese tipo de contrato y se establece una fecha límite, diciembre de 2011, para convertir los contratos temporales en contratos de fomento.

    5. Se solicitaba que los despidos por causas objetivas se concretaran más en la Ley, de manera que el porcentaje de improcedentes disminuyera de manera importante. Los más optimistas pensaban, incluso, en la posibilidad de que los despidos objetivos improcedentes tuvieran todos la indemnización de 33 días por año de servicio con el límite de dos años, que tienen los contratos de fomento.

    6. Canalizar los despidos al ámbito de las causas objetivas, en las que están presentes todos los motivos por los que un empresario puede despedir a un trabajador y dejar el despido disciplinario en su auténtico sentido, evitando que se siga utilizando como medio para conseguir un despido caro pero seguro.

    7. Se financian ocho días por año de servicio a través del Fogasa, que se sufraga por los empresarios, dentro del coste de la Seguridad Social.

    Se puede decir sin miedo que es la reforma más light de todas, en un momento en que la realidad económica y el número de parados pedían con fuerza un cambio en profundidad que ayudara, junto al resto de medidas, a paliar el drama del desempleo.

    Sandalio Gómez, profesor del IESE.