Daniel J. Ikenson: China y la valoración de su moneda
Contrariamente a lo que se cree con cada vez más insistencia en Washington, la apreciación de la moneda china no servirá para mejorar el déficit comercial.
Para el Congreso y el presidente Obama, el problema no es que el renminbi esté infravalorado, sino el enorme déficit comercial que existe entre China y Estados Unidos.
Para el presidente y los legisladores, la reevaluación de la moneda china es una medida imprescindible para reducir el déficit comercial a cero, o mejor aún, para dar la vuelta a la tortilla y alcanzar el superávit en las transacciones comerciales con el gigante asiático. Sin embargo, intentar cambiar la balanza exterior mediante medidas legislativas no es precisamente lo más recomendable.
Muchos economistas hacen hincapié en que China ha acumulado una reserva de divisas extranjeras por un valor aproximado de 2,4 billones de dólares, y consideran que, efectivamente, el renminbi (literalmente "moneda del pueblo", también denominada yuan) está devaluado, si bien los expertos no se ponen de acuerdo con respecto a la magnitud de esta infravaloración, y, ciertamente, existe una razón que explica este desacuerdo: nadie puede saber a ciencia cierta cuál es el verdadero valor de una moneda, a no ser que flote libremente y no haya restricciones sobre los flujos del capital.
A menos que China permita que esto suceda, los economistas tendrán que seguir haciendo estimaciones con un intervalo de variación muy amplio sobre la minusvalía del renminbi.
Balanza comercial
En realidad, con independencia de lo que haga China, mucha gente en Washington seguirá pensando que el renminbi permanecerá infravalorado mientras las importaciones de EEUU procedentes de China excedan a las exportaciones. Pero, ¿tendrá la apreciación del renminbi el efecto deseado de reducir el déficit comercial entre los dos países? La evidencia empírica dicta que la respuesta a esta pregunta ha de ser negativa.
Entre julio de 2005 y julio de 2008, el renminbi se apreció un 21% frente al dólar. El déficit comercial entre los dos países aumentó de 202.000 millones de dólares en 2005 a 268.000 millones de dólares en 2008. Las exportaciones de EEUU a China se incrementaron, tal como se esperaba, en 28.400 millones de dólares; es decir, en un 69,3%, pero es muy discutible que este aumento se pueda atribuir a la apreciación del renminbi.
Las exportaciones de EEUU a China mostraban ya una tendencia ascendente antes de la revalorización de la moneda del país asiático. De hecho, estas exportaciones habían aumentado en 19.100 millones de dólares durante el trienio anterior, cuando un dólar se pagaba a 8,28 renminbis.
El aumento que se produjo en esta época podría atribuirse al crecimiento natural de las ventas debido a una mayor penetración en el mercado chino y a la intensificación de los contactos comerciales, algo que ya era evidente en esos años. Además, en 2007 y 2008, cuando se produjo la apreciación más fuerte del renminbi (un 4,7 y un 9,5%, respectivamente), el aumento anual de las exportaciones de EEUU a China fue disminuyendo progresivamente.
En lo que respecta a las importaciones, no existe evidencia convincente de que la apreciación del renminbi tenga un efecto negativo sobre el consumo de productos chinos en EEUU. A medida que la moneda asiática se hacía más fuerte entre 2005 y 2008, las importaciones procedentes de China aumentaron en 94.300 millones de dólares, lo que representa un incremen- to del 38,7%. Esto no sólo demostró la naturaleza inelástica de la demanda de productos chinos, sino que además puso en cuestión la ley de la demanda, ya que, de hecho, se produjo un aumento en la compra de productos importados de China.
Una de las razones que permiten explicar este aumento en el consumo de productos chinos en EEUU a pesar del incremento relativo de los precios puede ser que existe en el mercado de EEUU escasez de aquellos productos que pudieran sustituir a los fabricados en China. En algunos casos, no existe ninguna alternativa de producción nacional. En consecuencia, cabe pensar que los consumidores norteamericanos tuvieron que elegir entre comprar productos más caros fabricados en China o renunciar al consumo de estos productos.
Me cuesta creer que los miembros del Congreso que apoyan medidas para obligar a China a revalorizar su moneda se atrevieran a decir a sus electores que han aprobado medidas que reducen los ingresos de EEUU en términos reales. Sin embargo, ese sería el efecto que tendría una depreciación relativa del dólar.
El valor del yuan
Hay otro hecho evidente si nos fijamos en lo que ocurrió en el periodo 2005-2008. Un aumento del 21% en el valor del renminbi coincidió con un incremento del 38,7% en el valor de las exportaciones chinas, lo que significa que la demanda de productos chinos aumentó en EEUU un 14,6% después de la apreciación del reminbi.
Ocurre que, sencillamente, no es posible pensar que la ley de la demanda haya sido puesta en cuestión hasta el punto que nos indican estas cifras. Es evidente que lo que ocurrió es que los exportadores chinos bajaron sus precios en yuanes a fin de mantener estables o, incluso, reducir los precios pagados por sus clientes de EEUU después de la conversión de la moneda. Se trató ciertamente de una decisión racional, que fue posible por el hecho de que la apreciación del renminbi redujo los costes de producción de los exportadores chinos -especialmente de aquellos que dependen de materias primas y componentes importados-.
Según lo que nos indica cada vez con más claridad la investigación, en algún punto entre un tercio y la mitad del valor de las importaciones chinas a EEUU es en realidad valor añadido. La otra mitad, dos tercios refleja los costes de material, mano de obra y gastos indirectos procedentes de otros países.
Un renminbi más fuerte hace que las materias primas y los componentes importados sean más baratos para los productores chinos, que de esta forma pueden reducir los precios de los productos dirigidos a la exportación. Esto, a su vez, atenúa el efecto del reajuste monetario deseado por los políticos estadounidenses, y pone en cuestión que tal reajuste sirva en la práctica pare reducir las importaciones procedentes de China.
El mundo funcionaría mejor si el mercado determinara realmente el valor de la divisa china, ya que esto permitiría una asignación de recursos más eficaz. No obstante, es poco probable que obligar a China a revaluar su moneda bajo la amenaza de sanciones dé los resultados deseados. Por el contrario, cabe pensar que esta actitud provocaría represalias que pueden resultar muy caras y dejarían a mucha gente en peor situación.
Daniel J. Ikenson, director adjunto del Centro de Estudios de Política Comercial del Instituto Cato.