Opinión
Editorial: El Estado federal que tenemos
Durante dos años, el Gobierno actuó frente a la crisis como si se tratase de una recesión típica. Ahora que por fin percibe que estamos endeudados hasta las cejas y tenemos problemas para volver a crecer en medio del tremendo ajuste que debemos abordar, las comunidades autónomas comienzan a tomar decisiones por su cuenta y riesgo para salvar sus presupuestos.
Aunque acordado con el partido, todas las autonomías socialistas están aplicando subidas de impuestos, cada una como le ha parecido conveniente. Por si había alguna duda, este hecho certifica que hemos fraguado un Estado Federal de facto. ¿Por qué no se plantea entonces de manera abierta el debate sobre qué estructura queremos para el Estado? ¿Y por qué no se legisla de acuerdo a esa realidad para que sea congruente con los ingresos? Es decir, si queremos apostar por la autonomía fiscal al estilo del concierto vasco -en el cual la región se queda con todo y paga un cupo por los servicios-, entonces habrá que fortalecer los límites para sus gastos, de modo que ellas sean responsables.
En Alemania, han tenido que imponer la disciplina enmarcándola en su Constitución. Aquí, tendríamos que conceder la autonomía a cambio de que practiquen los recortes. Y en ese caso, el Estado central debería reducir mucho su tamaño. O bien podemos hacer lo contrario y tender hacia una Administración única fuerte. Seamos consecuentes. Los ingresos van a ser mucho menores y el país se empobrecerá. Hay que plantear qué estructura del Estado queremos tener: una que resulte más eficiente y tenga el tamaño que entre todos podamos costear.