Opinión

Editorial: El G-20 reconoce el fin de Keynes



    No sólo Zapatero ha tenido que dar un giro de 180 grados. La reunión de ministros de Finanzas del G-20 ha dado otro vuelco en poco más de un mes. En abril de este año, el grupo firmaba un comunicado que decía: "En las economías donde el crecimiento es aún muy dependiente del apoyo estatal y consistente con unas finanzas públicas sostenibles, debería mantenerse éste hasta que la recuperación sea empujada por el sector privado".

    Ahora, en junio, la realidad de las cuentas se ha impuesto. Su comunicado reza: "Los hechos recientes subrayan la importancia de las finanzas públicas sostenibles y la necesidad de aplicar medidas creíbles y favorecedoras del crecimiento". Esto supone el reconocimiento de que la políticas keynesianas han fracasado. Al comienzo de la crisis, había que evitar el hundimiento.

    Sin embargo, Europa contaba con un Estado del Bienestar sólido. EEUU carecía de una red igual y tuvo que aplicarse, pero España hizo uno de los mayores esfuerzos fiscales y eso la ha dejado al límite. Los que más se han entregado a Keynes son ahora los más perjudicados. Según el G-20, no hay otra opción, la prioridad es recobrar la salud de las cuentas públicas y practicar reformas que impulsen al sector privado.

    Con acierto, se desecha la tasa bancaria global, pues no es el momento de lastrar la actividad. Se constata que habrá distintos ritmos de crecimiento y que el sector privado genera dudas allá donde se ha intentado crecer a golpe de endeudamiento. Zapatero y otros han querido ver una crisis cíclica donde hay un cambio de régimen mundial y la competitividad será el elemento diferenciador. ¿De qué ha servido tanto Plan E?