Opinión

Joaquín Trigo Portela: Nuestro mercado laboral



    El entorno laboral español es peculiar en todo. Para empezar, no es un mercado, sino un ámbito en el que la omnipresencia de jueces y administraciones lo dejan más cerca de la intervención administrativa que de la interacción y la contratación libre inherente a los mercados propiamente dichos.

    No sólo eso, sino que también las adecuaciones anuales de la retribución, horas laborales y otras dependen de negociaciones lejanas, de índices de precios previstos (el IPC) que se esconden en los presupuestos del Estado y que, además, no debieran ser un referente, ya que en realidad son un problema del país.

    Examen a la EPA

    La situación presente tiene precedentes que siguen cabalgando después de muertos. Se mencionarán al final del escrito, porque antes hay que ver sus hazañas. Desde 1980 hasta 2001, la EPA que elabora el Instituto Nacional de Estadística indica que la proporción de parados sobre la población activa supera el 20% en 10 de los 30 años de su existencia, esto es, un tercio del total. La media anual de esa serie rebasa el 14%.

    Con este índice, no es extraño que en la comparación internacional de tasas de paro, según datos estadísticos de la UE y la OCDE, la tasa española desde 1980 hasta la adopción del euro se mueva en el entorno del doble de la OCDE y sólo unas décimas por debajo de ese doble respecto a la UE.

    Hasta la entrada en la actual crisis, la mejor cifra de paro en España era peor que la más alta registrada en EEUU y Japón. En líneas generales, la amplitud de los altibajos en la tasa de ocupación era mayor que la de los países y organizaciones mencionados.

    A pesar de ese recorrido, es conveniente constatar que la tasa de actividad (proporción que representan las personas que buscan empleo más los ocupados respecto a la población activa) ha crecido mucho más que en los referentes mencionados. Así, en 1980 la tasa de actividad en España era del 59,9% mientas que la correspondiente a la UE estaba en el 66,4%. En 2009, España había alcanzado el 73% y la UE, el 71,5, de modo que el aumento en España había sido de 14,1 puntos porcentuales equivalentes a un 23,5%, mientras que la UE subió 5,1 puntos equivalentes a un 23,5% de la cifra inicial. Así pues, España pasa de una tasa de actividad inferior (59,9 frente a 66,4 de la Unión Europea) a una mayor (73 vs. 71,5 de la UE).

    La tendencia de la tasa de actividad podría presagiar un crecimiento económico aún mayor, caso de acercamiento a situaciones como las de Dinamarca, el 80,7%; Holanda, el 79,7% y Suecia, el 78,9. Expectativa falsa. En España, el número de ocupados totales creció en 6,5 millones, lo que representa un aumento de 54,7%, pero el de los parados en ese mismo período (1980-2010) fue de 3,08 millones, lo que supone un crecimiento por encima del 200 por cien.

    Cambios históricos

    Buena parte de la normativa laboral en vigor proviene de los años predemocráticos. La contratación de por vida era parte del modelo autárquico, en el que la demanda era superior a la oferta, no había competencia extranjera, las personas emigraban? En esa situación, la estabilidad en el empleo, junto a mejoras paulatinas en la atención médica, la oferta de viviendas baratas de promoción pública, la generalización de la enseñanza y otras legitimaban al entorno político. La concertación de empresarios y trabajadores en el mismo sindicato facilitaba la introducción de barreras a la competencia, que se suavizaba.

    En los años 70, la primera crisis del petróleo rompió el esquema. La reacción inicial fue nula, pero en un primer momento se pudo capear el temporal por la vía de no trasladar a precios el aumento del coste de la energía.

    El régimen se desmoronó con el fallecimiento de Franco y la democracia se inició con gobiernos débiles que no se consideraron capaces de afrontar la modernización de las relaciones laborales en un entorno necesariamente abierto y competitivo. En los buenos momentos parecía conveniente no hacer nada y en los malos parecía imposible, de modo que los distintos ejecutivos trasladaron el problema al futuro.

    El aumento enorme y sólido -gracias a la mejor formación- de la actividad laboral femenina y la inmigración puede aportar una contribución decisiva para que España se instale, por el volumen de su producción y el de su población, en el eje central de la UE.

    El precio es el cambio de modelo. Esto no tiene nada que ver con la plasmación de los delirios de cualquier creador de utopías, sino todo lo contrario. Tiene que ver con la libertad y la aportación del conocimiento disperso entre los millones de ciudadanos de país, que se transmite por mil medios, desde el mercado a la prensa y la enseñanza.

    Las personas son capaces de muchas cosas si están en un entorno que garantice la eficacia de la ley, deje de cambiarla cada dos por tres, proteja sus derechos -incluyendo el de la propiedad-, asegure el cumplimiento de contratos, suavice la fiscalidad, reduzca y mejore la administración y priorice la creación de empleo y riqueza frente a la distribución sistemática y arbitraria.

    Se trata de optar por el rigor, el esfuerzo, el respeto a la palabra dada, la asunción de riesgos y competencia frente al oportunismo, el cuento y al proteccionismo. Hay ocasiones en las que encarar el futuro exige romper con las ramas secas del pasado.

    Joaquín Trigo Portela, director ejecutivo. Fomento del Trabajo Nacional.