Opinión
Carmen Enríquez: Una herencia bien repartida
De impecable se debe calificar la actuación de la Familia Real en el asunto de la herencia dejada por el empresario José Balada. Los diez millones de euros, y no treinta como se decía hasta hace poco, se reparten de forma que se respeta escrupulosamente la última voluntad del millonario menorquín, pero también de acuerdo con las leyes, que dicen que no se puede disponer de la herencia dejada a unos menores hasta que éstos alcancen la mayoría de edad.
Los Príncipes de Asturias han hecho con la parte en metálico que les tocaba -unos 140.000 euros- lo que se esperaba de ellos: donarla a una Fundación para los discapacitados, ubicada en la isla de Menorca, para crear becas destinadas a formar laboralmente a esos minusválidos. Y con los cuatro millones de euros que Balada dejó a los Príncipes para crear una fundación con fines sociales, la Casa del Rey ya ha anunciado que ése será exactamente el destino del capital donado.
Pues bien, hasta ahí, los hechos y las cifras hechos públicos con toda claridad para que no haya la menor sospecha o duda de que se respeta lo dispuesto por el millonario menorquín del que se ignora el porqué tuvo la extraña o incluso extravagante idea de dejar la mayor parte de su fortuna a los Príncipes y a los ocho nietos de los Reyes.
Pero como siempre hay gente que se dedica a criticar cualquier decisión que se toma en el Palacio de la Zarzuela, ya se han levantado voces que ponen en duda la ética de los integrantes de la Familia Real al aceptar esa herencia. No tenían que haberla aceptado, dicen unos, es injusto que les hayan dejado ese dineral, comentan otros, y algunos más se dedican a dejar caer insinuaciones maliciosas, a saber por qué les habrá dejado ese señor su fortuna a ellos precisamente...
El caso es no dejar títere con cabeza.
Carmen Enríquez, periodista especializada en información de la Casa Real.