Opinión
Matthew Lynn: La UE se queda sin munición
Para un gran problema, grandes números. Los líderes de los países de la zona euro han destinado 750.000 millones de euros para reforzar la confianza en la moneda única. No importa cuántos ceros se pongan detrás de una mala idea. Sigue siendo una mala idea.
La realidad es que no se puede estabilizar un barco que se hunde. El nuevo paquete de estabilidad padece el mismo problema que todos los demás que ha propuesto la UE desde que la crisis griega empezara porque pretende solucionar los síntomas y no las causas.
Grecia ha sacado a la luz profundos problemas estructurales dentro del euro: no existe ningún mecanismo para evitar que los gobiernos infrinjan las reglas, las transferencias fiscales masivas entre países no cuentan con el apoyo popular, las normativas de la zona euro han resultado ser poco fiables y no hay manera de volver a estimular el crecimiento en las naciones fuertemente endeudas. Ésas son las verdaderas cuestiones y 750.000 millones de euros ni siquiera se acercan a responder a ninguna de ellas.
Reacciones del mercado
Los mercados han recibido el último paquete con una ola de euforia. Ninguna sorpresa en ese sentido. A todo el mundo le gusta un rescate, sobre todo en los mercados financieros. Hay tanta deuda soberana en los libros de los bancos europeos que la posibilidad de impago o incluso las pérdidas severas en esos porfolios hacían temer el derrumbamiento del sistema financiero. Podía haber sido la crisis de crédito número dos. Evitarlo tenía que suponer un alivio.
Los precios de las acciones en las bolsas europeas subieron como la espuma. El euro se fortaleció más que en los últimos 18 meses contra el yen en los mercados de divisas. Los ministros de Economía deben de sentirse aliviados. Buscaban dar confianza a los mercados y castigar a los especuladores y, hasta ese punto, han triunfado. Pero no esperen que dure. En los próximos días, se plantearán preguntas espinosas sobre el euro.
Flaquezas de la zona euro
En primer lugar, ¿dónde están los incentivos para los gobiernos que acatan las normas? La crisis surgió porque la zona euro no hizo cumplir el pacto de estabilidad y crecimiento, que limitaba el déficit presupuestario al 3% del PIB salvo circunstancias excepcionales. Si el pacto se hubiera hecho cumplir rigurosamente, Grecia no habría sido aceptada en el euro. Una vez dentro, se la habría disciplinado por permitir que sus déficits se hincharan incluso en épocas de prosperidad.
Si se la rescata por portarse mal, ¿por qué deberían comportarse los demás gobiernos? El paquete de rescate habla de medidas disciplinarias más duras, pero ¿cuáles son? ¿Se mandarán tanques a Dublín si Irlanda no se aferra a su programa de austeridad? ¿Se echará a los portugueses del euro si no controlan su déficit? Por supuesto que no. El único elemento disuasorio creíble era dejar que Grecia quebrase. Si se raja, la UE se queda sin munición.
En segundo lugar, no hay apoyo popular para las transferencias fiscales masivas entre países que se han propuesto. Fíjense en la paliza que la coalición de la canciller alemana Merkel se ha llevado en las elecciones regionales del domingo. ¿De dónde se supone que van a salir los 750.000 millones? Los políticos electos van a pagar un precio tremendo en las urnas por ofrecerse a correr con los gastos. No se sorprendan si empiezan a desentenderse de sus compromisos en cuanto echen un vistazo a las encuestas.
En tercer lugar, las normativas de la zona euro han resultado ser tan sólidas como una cuña de queso brie al sol del mediodía. Nos dijeron que no habría ningún rescate entre Estados miembros. Que el BCE no compraría bonos estatales en el mercado. Que el pacto de estabilidad se haría cumplir. Ninguna de esas promesas ha sido cierta.
Si las normas del euro pueden escribirse de nuevo un domingo por la noche en Bruselas, lo serán la próxima vez que haya una crisis. Los inversores se acordarán y no se creerán lo que les digan sobre el funcionamiento del euro a partir de entonces.
¿Crecimiento estable?
Para terminar, no se aborda cómo conseguir que los países fuertemente endeudados vuelvan a crecer. El problema de Grecia, Portugal, España, Irlanda, Italia y potencialmente también Francia no es sólo que los gobiernos tengan que aprobar unos programas de austeridad dolorosos, sino que no pueden devaluar sus monedas a la vez para auxiliar sus economías... y dar esperanzas de crecimiento futuro.
No se puede gestionar una economía sólo con palos, por lo menos no en democracia. Hacen falta también zanahorias. La UE no sólo debe arreglar el problema de la deuda, sino también dotar dinero para estimular el crecimiento. Aunque, por todas las razones explicadas antes, eso no va a suceder porque no hay dinero disponible.
El presidente de la Comisión Europea, José Barroso, dijo la semana pasada que "haremos lo que haga falta" para defender el euro. La zona euro se lo ha dado todo a la crisis este fin de semana.
Puede que la batalla inmediata se haya ganado. Los mercados se recuperarán y el pánico se desvanecerá, pero los inversores verán los problemas reales en las próximas semanas, cuando volvamos a donde empezamos. Y la próxima vez no quedará nada que echar al problema.
Matthew Lynn, analista de Bloomberg.