Editorial: El perfil heleno de los sindicatos
Las cariátides servían de columnas en los templos griegos. Ahora, forman parte de las ruinas. Los sindicatos españoles han sido un pilar clave a la hora de avanzar, mediante consenso, las reformas necesarias para modernizar nuestro país... hasta que Zapatero alcanzó la presidencia.
Desde entonces, han contado con el oído del presidente y, por tanto, han podido establecer líneas rojas infranqueables que impiden una reformulación de las relaciones laborales adaptada a los tiempos. Como resultado, el diálogo social se ha derruido. En el Día del Trabajador, los representantes sindicales afirmaron que la reforma laboral no creará empleo. Y eso les sirve de excusa para exigir que no se tocará un solo derecho.
En medio de una crisis provocada por la sobreabundancia de crédito, creen que el problema sólo reside en la falta de éste. Nada de purgar los excesos. Parecen creer que España dista de la situación de Grecia y que se podrá capear el temporal sin graves ajustes. Sin embargo, no hay perspectivas creíbles de una vuelta vigorosa a tasas de crecimiento. Hace tiempo que deberíamos haber adoptado reformas y recortes con vistas al escenario de una economía estancada. Merkel dijo ayer que la situación de Grecia debería animar a España a tomar medidas.
¿Qué parte no entienden los sindicatos de la frase no hay dinero para más? Por mucho que reciban noticias sobre los helenos, la moraleja les parece esquiva. Precisamente ha sido ese perfil sindical centrado sólo en proteger derechos y no en crear oportunidades el que ha llevado a Atenas a la ruina. Es el inmovilismo de las cariátides.