Editorial: La falta de medidas provoca una bofetada de los mercados
Ayer se vieron manos para todos los gustos. Los que metieron mano como en Goldman Sachs; los que empuñan pancartas como los huelguistas en Portugal; los que alzan su mano como los votantes alemanes, que quieren detener el auxilio a Grecia; los que palpan un agujero en el bolsillo como los bancos de todo el mundo; los que le dan a la manivela del gasto como en el Ministerio de Economía y Hacienda; los que se quedan mano sobre mano como el presidente Zapatero, que sigue sin tomar medidas; y la última, una mano invisible e implacable que está poniendo presión sobre todas ellas: la del mercado.
Los que meten mano: el escándalo de Goldman ha puesto en evidencia que la banca en la sombra ha estado en el origen de los problemas. La falta de transparencia de sus productos, vista a la perfección en el caso del fabuloso Fabrice, animará una reforma dura del sistema financiero, por mucho que se empeñen en frenarla los lobbies de Washington. Parece evidente que hay que regular estas operaciones para que afloren, y que en EEUU el movimiento reformista ha ganado fuerza. En estos momentos todavía débiles, esta incertidumbre echa leña al fuego.
Los que empuñan pancartas: Portugal es la siguiente en la lista después de Grecia. Y eso requiere severas medidas. Sólo que ayer los lusos salieron a la calle para exhibir su rechazo a éstas. Algo que únicamente puede dar alas a los que opinan que el país se encuentra mal. Si el mercado piensa que Portugal tiene un problema, los tendrá en abundancia.
Los que alzan su mano para detener las ayudas: más del 80 por ciento de los alemanes no quiere rescatar a los helenos. Y los políticos germanos no están demostrando el carisma y el conocimiento como para liderar a su opinión pública y poner orden. Quien no vea que esto resulta un problema global es corto de miras. Por momentos, va cobrando el aspecto de la crisis subprime que durante meses y meses se estuvo negando.
Los que se palpan el bolsillo y notan un agujero: la banca ha comprado buena parte de la deuda pública ahora bajo escrutinio. Si esto rueda como una bola de nieve, puede terminar provocando un nuevo alud de pérdidas en las entidades. Llueve sobre mojado. De ahí sus caídas generalizadas sobre los parqués. A menos que se calme la situación con actuaciones decididas, la inminente reedición de más dificultades financieras se antoja a la vuelta de la esquina. Se precisa un cortafuegos hecho de transparencia, orden y planes detallados.
Los que le dan a la manivela: en España, Hacienda declaró que el gasto se ha disparado un 13 por ciento y que el coste de personal se elevó un 6,8 por ciento. Seguimos abusando de una especie de tarjeta de crédito cuando cada vez se nos va a prestar a un coste mayor: el Tesoro emitió ayer deuda un 50 por ciento más cara. Descendemos por una espiral muy peligrosa justo ahora que se puede volver a estrechar el flujo de la financiación.
Los que se quedan mano sobre mano: con el dato del 20 por ciento de paro ya confirmado, Zapatero dijo ayer que el marco laboral no ha sido creado por este Gobierno. Sin embargo, ha tenido seis años, dos de ellos en crisis, para hacer algo al respecto. Su única misión declarada es la de dispendiar cheques para aliviar las dificultades, en lugar de aportar soluciones. Pese a las advertencias, no se cree que una mano se le aproxima invisible. Esto es, la mano del mercado: la indecisión engorda el tamaño de todos los frentes. Los inversores reconsideran la salud de cada país. Estamos en el punto de mira porque nuestro crecimiento, déficit público y déficit exterior no encuentran corrección. ¿Listos para las bofetadas?