Opinión

Juan Ignacio Sanz Caballero: Otra vuelta de tuerca



    El Gobernador del Banco de España dice que no le gusta llamarlo guerra. Estoy completamente de acuerdo. No es una guerra. Si me permiten la expresión, constituye, en toda regla, un intento de exterminio y aniquilación. Pues de esa y no de otra forma es, cree un servidor, como cabe calificar la competencia reabierta en el mercado bancario español por la captación del ahorro familiar. En unas condiciones, por otra parte, que a primera vista permitirían cuestionar la rentabilidad de la decisión.

    Una competición iniciada por el más grande del sector, que no puede sino provocar la reacción de su mayor competidor y, a la vista de la situación, de todas las demás entidades a las que, arrinconadas, no les queda otro remedio ni opción.

    Ciertamente, una de las consecuencias de la situación actual es la incertidumbre por la que atraviesan las familias. Y como algo de bueno ha de tener esta situación, de hecho lo único bueno creo yo, es el incremento de la renta disponible destinada al ahorro, que se situó en un 19 por 100 al término del año anterior. Positiva para la banca, quiero decir. Porque esos dineros, con todos los calcetines llenos de agujeros, en algún sitio de han de custodiar.

    Y si con ello, además, arrinconamos a parte del sector, pues mejor que mejor. Y mayor trozo del pastel que se lleva el que sea mejor postor. Aunque ahora le suponga un coste adicional por todo ese pasivo que consiga captar. Que ya llegarán tiempos mejores donde se resarcirán del coste del atracón.

    Las dolencias de la banca

    Y no duden que se resarcirán, aunque sólo sea porque en el futuro habrá muchos menos operadores en el sector. El caso es que si buena parte de las entidades de crédito andaban angustiadas por cuestión de la insaciable morosidad, hasta el punto que en la CECA califican su situación de extrema y agónica hasta la extenuación, ahora, a ese mismo sector, le acecha una nueva preocupación. Algo con lo que probablemente nadie contara con anterioridad. Ni siquiera los gestores de fondos de inversión que han visto cómo en los últimos tres años se les escapaban casi 100.000 millones de euros de su ámbito de gestión.

    Un drenaje gota a gota para una liquidez que ya amenazaba de sequedad. Una sequedad ocasionada por dos grandes motivaciones. Primero, el desempleo y, junto a ello, por las decenas de miles de adjudicaciones de inmuebles en propiedad. Una circunstancia que se remonta a tres años atrás pero que, visto lo visto, sólo es el primer plato de un festín que este año amenaza con seguir.

    El segundo, la desmedida necesidad de financiación del déficit público español, que centra la atención inversora de la banca y, con ello, expulsa del mercado a miles de empresas, privadas como se ven de todos esos recursos que, en otro caso, bien podrían haberse empleado en su financiación.

    Cuestión de confianza

    Aunque los perversos y mal pensados, como yo, tenemos una segunda lectura a esta captación del ahorro familiar. Y, si me lo permiten, esta segunda lectura entre líneas a la que me refiero es digna, tanto o más que la anterior, de la mayor preocupación. Quiero decir que como uno no intuye cómo andará el mundo de liquidez en lo sucesivo, mejor que nos pongamos en marcha para acumular el poco ahorro que aún pueda quedar.

    Parece que tanto o más importante que la concesión de crédito, en la actualidad lo crítico es la acumulación de reservas que nos permita hacerlo en un futuro inmediatamente posterior. Téngase en cuenta, por si faltaban argumentos, que el próximo 26 de junio concluye la vigencia del plan de avales a la emisión de deuda de las entidades, con lo que las posibilidades de refinanciación de muchas de ellas se complicarán y, en el mejor de los casos, se encarecerán.

    Pero a mí, plin, parecen haber pensado los responsables de esta tarea de exterminio y aniquilación. Pero no se sorprendan, pues esta vuelta de tuerca no significa otra cosa que hacer buenas aquellas palabras de don Luis de Góngora y Argote en la España del XVI. Ya saben: "Ande yo caliente y ríase la gente". Y es que hasta las prácticas financieras son un volver a empezar.

    Juan Ignacio Sanz, profesor de Banca y Mercado de Valores. Facultad de Derecho de ESADE.