Opinión

Juan Antonio Maroto: Las últimas propuestas en materia de empleo



    El enésimo Documento de Trabajo del Gobierno sobre las posibles actuaciones en el mercado de trabajo sigue más apegado a la opinión de los agentes sociales que a su necesidad imperiosa de actuar, asumiendo la posible impopularidad de sus decisiones, ante una situación de desempleo que se va haciendo insostenible.

    Sigue siendo un documento abierto a las opiniones de sindicatos y organizaciones empresariales, olvidando que la abrumadora mayoría de nuestra estructura empresarial son pymes, en las que la representación sindical es casi inexistente y cuyos empresarios sólo son representados marginalmente por las organizaciones patronales.

    Entre sus múltiples alternativas, en las que el Gobierno parece querer representar el papel del moderador en una mesa redonda, hay de nuevo más novedades, como el modelo austríaco, en el que la relación laboral se acompaña de la dotación de un fondo para contingencias por desempleo que las/os trabajadoras/es pueden movilizar de producirse éste, pero de cuyo seguro mantenimiento y posible capitalización mientras dure el empleo nada se dice.

    O la reconsideración del modelo alemán, para reducciones parciales de jornada, dándole más apoyo y visibilidad mediante medidas normativas y coyunturales, pero obviando que la reducida dimensión de nuestras pymes nada tiene que ver con las grandes pymes alemanas y hace casi inviables esas reducciones parciales sin menoscabo de la actividad.

    Tal vez llame más la atención la ausencia de protagonismo del Gobierno en materias que son de su incumbencia directa y que sólo se tratan de forma tangencial. ¿Por qué no reducir el número de 20.000 trabajadores que en promedio pueden corresponder a cada inspector/a de Trabajo y hacer que esa inspección actúe de manera intensiva y selectiva en los sectores en los que se abusa de las contrataciones de duración determinada y a tiempo parcial?

    ¿Por qué no hacer efectivas las previsiones del Estatuto del Trabajo Autónomo, obligando a la firma de contratos por parte de las empresas que emplean a los denominados trades (autónomos dependientes)?

    O incluso, ¿por qué no vincular la contratación y formación de los jóvenes con contratos de relevo de trabajadoras/es que hayan cesado su actividad laboral?

    También en materia de protagonismo del Gobierno, ¿acaso no se es consciente de que las fórmulas que se plantean para ampliar las funciones de las agencias privadas de colocación, las agencias de recolocación y las ETT son el reconocimiento explícito de la ineficiencia de los Servicios Públicos de Empleo?

    ¿Dónde quedan en este ámbito las colaboraciones entre administraciones públicas y la atención, tan poco rentable para las empresas privadas, a las pymes y los autónomos/as?

    El tiempo de la reflexión sobre cómo abordar el desempleo ha pasado. Hay demasiadas alternativas sobre la mesa y corremos el riesgo de llegar a la parálisis por el análisis. Hay que actuar ya, y a ese respecto, la mejor recomendación al Gobierno es que vale más estar en el error que en la confusión.

    Juan Antonio Maroto, catedrático de Economía Financiera de la Universidad Complutense de Madrid.